La voz de la Mujer. Periódico comunista-anárquico, 1896-1897. Buenos Aires: 2da edición UNQUI, 2018, 168 pp.   

Por  Guadalupe Alesandro

 

Facultad de Ciencias Sociales

Universidad de Buenos Aires

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina

 

PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,

Año 12, N° 24, pp. 172-174

Julio- Diciembre de 2019

ISSN 1853-7723

 

 

El actual ejemplar de La Voz de la Mujer es la reedición de la compilación facsimilar editada hace poco más de veinte años por la Universidad Nacional de Quilmes del periódico comunista-anárquico escrito en nuestro país casi exclusivamente por y para mujeres, entre 1896-1897.

La versión 2018 cuenta con un prólogo original de Dora Barrancos y una nota editorial de María del Carmen Feijoó que ponen en contexto el terreno de circulación de ideas, propuestas, lineamientos que persiguen el campo comunista anárquico en general y el femenino en particular. Profundiza esa información el análisis de Maxine Molyneux con un artículo que detalla las trayectorias del feminismo anarquista y del grupo que compone La Voz de la Mujer. De esta forma se perfila el escenario de fin de siglo en una Buenos Aires que ve consolidar su urbe, atravesada por las oleadas migratorias de las clases trabajadoras españolas e italianas que llegan al país en afán de asentarse.

Las mujeres-trabajadoras-migrantes que escriben para sus semejantes los ocho números aquí recuperados tienen un doble objetivo: acabar con la explotación burguesa y con la explotación de la femeneidad. A lo largo de toda la tirada se pronuncian contra la autoridad ejercida por el patrón, el estado y el clérigo sobre los cuerpos obreros de mujeres, hombres y niñxs. Contra aquellos y contra el hambre, la miseria, la guerra, proponen levantar armas. Pero también, en consonancia con las corrientes feministas de época, se pronuncian contra la utilización del cuerpo femenino para la satisfacción -carnal, doméstica y espiritual- masculina. Sus consignas llaman a luchar contra el matrimonio, la familia burguesa, la prostitución y otros tipos de esclavitud. Exhortan a la consecución de la emancipación femenina, a la participación de las mujeres en la lucha armada, a la consolidación de relaciones igualitarias, al amor libre y al disfrute de la sexualidad deseada.

Con el transcurrir de las publicaciones, la premisa del reconocimiento del libre albedrío femenino trasciende la cuestión de clase y el guante de las escritoras anarquistas es recogido por sus compañeros. El debate cobra intensidad hasta volverse lo que parece un núcleo alrededor del cual se tensan las relaciones entre los hombres y las mujeres del movimiento. En un intercambio de notas editoriales acusarán de falsos anarquistas a aquellos que niegan la emancipación femenina, o piensan prioritaria la masculina. A partir del quinto número, cambio editorial mediante, tal debate será visiblemente mitigado y se agravarán las condiciones económicas para el sostenimiento de las publicaciones.

Molyneaux, por su lado, deja filtrar una duda ¿responde la extinción del diario a esa incompatibilidad que los ideales de las escritoras presentan respecto a los ideales de sus compañeros varones? ¿Es esa tensión la que pone en jaque la circulación del periódico, agotando los esfuerzos editoriales? Si bien carecemos de respuesta, la pregunta queda al alcance de las investigadoras. En cualquier caso, la lectura de La Voz de la Mujer interpela a las sensibilidades del presente, reactualizando los debates y habilitando una estimulación mutua. Como Pepita Gherra dijo: “ayer suplicábamos, rogábamos, mas hoy tomaremos lo que falta nos haga, cuando y en donde podamos tomarlo. Las noches de largo y hambriento insomnio las sustituiremos por las hecatombes de sangre de canallas. No tenemos Dios ni ley”.