Noemí Goldman y George Lomné (eds.). Los lenguajes de la república. Historia conceptual y traducción en Iberoamérica (siglos XVIII-XIX). Madrid: Colección de la Casa de Velázquez, 2024, 267 pp.

Por Jimena Tcherbbis Testa

 

Universidad de San Andrés

Universidad Torcuato di Tella

Buenos Aires, Argentina

ORCID

https://orcid.org/0000-0002-2419-2655

 

PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,

Año 18, N° 35, pp. 280-282

Enero- Junio de 2025

ISSN 1853-7723

ARK CAICYT

https://id.caicyt.gov.ar/ark:/s18537723/a87ahp2by

 

 

Este libro propone al lector pensar la trama histórica de la construcción de la modernidad a partir de una red de conceptos políticos fundamentales que circularon, se tradujeron y se resemantizaron entre los siglos XVIII y XIX en la encrucijada de las revoluciones liberales, las independencias y el laboratorio republicano. La obra se enfrenta al problema desde una perspectiva iberoamericana atenta a un delicado juego lingüístico y de escalas entre lo imperial, lo local, lo regional y lo global.

Como no podía ser de otra manera, la historia detrás de esta propuesta historiográfica es ella misma producto de un esfuerzo transnacional que involucró a historiadores latinoamericanos, franceses y españoles comprometidos con el proyecto “Iberconceptos”. La obra, editada por Noemí Goldman y Georges Lomné, es, pues, fruto de un intercambio académico que se materializó en el 2018 en un coloquio en la Casa de Velázquez.

La publicación compila distintas contribuciones que, como señalan los editores en la introducción, parten de una hipótesis en común, la de pensar a la traducción como un lugar de invención conceptual y, por tanto, de intervención política. El desafío de abordar la práctica de la traducción permite a los historiadores vincular distintas perspectivas de análisis historiográfico: la historia intelectual, la historia conceptual, la teoría política y la crítica literaria se conjugan para demostrar la potencia creadora del lenguaje en una época de crisis y cambio.

El libro se organiza en cuatro partes que invitan a observar distintos nudos problemáticos, a saber: el horizonte republicano de la traducción, las adaptaciones en relación a las traducciones en lenguas indígenas y regionales, las mediaciones que supone el acto mismo de traducir y la cuestión de la recepción de los textos.

En la primera parte, el capítulo de Lommé analiza el modo en que los revolucionarios hispanoamericanos utilizaron el lenguaje republicano clásico en el marco de un proceso que propone llamar la “traducción de la libertad”. Por su parte, Goldman examina el concepto de garantías individuales a partir de la traducción hispanoamericana de la obra de P. Daunou, autor que les permitía a los actores repensar el vínculo entre libertad y religión. En sintonía con esas preocupaciones, Capellán revisita la traducción de la obra La esclavitud moderna de Lamennais para captar los sentidos que adquirió el concepto de pueblo.

En la segunda parte, Boidin, Chassin, Goldman e Itier proponen pensar la traducción de documentos revolucionarios de las Provincias Unidas en lenguas amerindias con el fin de reconocer las diversas maneras en que se pensaba, sentía y expresaba el concepto de ciudadanía. A su vez, Ochoa de Eribe analiza la traducción de las cartillas constitucionales de la revolución liberal española al euskera para repensar el vínculo entre lenguas minoritarias, modernidad y reacción política.

La tercera parte de la obra aborda la traducción como un acto de mediación lingüístico y político en tanto se instrumentalizó como medio de legitimación en tiempos de cambio. Así, Gazmuri Stein analiza la traducción en la prensa independentista y republicana de Chile durante los años 1812-1830. Por su parte, Pasino examina el vínculo entre religión y política durante la primera década revolucionaria en el Río de la Plata, a partir de la traducción y difusión de la obra de J. Gaudin.

Por último, la cuarta sección aborda la traducción desde la perspectiva de la recepción. Rivera analiza la recepción que tuvo en Perú la obra La democracia en América de Tocqueville a partir de lo que denomina una operación pragmática que se desplegó entre los años 1837-1860 y que permitió repensar los sentidos de la democracia, desde su naturaleza política hasta su reconocimiento como estado social. Por su parte, González Manso analiza la traducción y difusión de la obra de Lamennais en la España de mediados del siglo XIX para captar los vínculos entre catolicismo y liberalismo ante la democratización política. Por último, Roldán reconstruye el modo en que E. Echeverría leyó, y tradujo en un sentido interpretativo, las ideas de Guizot a propósito de la soberanía de la razón para comprender las inflexiones del concepto de democracia en sus escritos.

Finalmente, el libro se cierra con una conclusión que nos permite adoptar una mirada general del laberinto iberoamericano recorrido donde conceptos como libertad, individuo, pueblo, ciudadanía, democracia, religión, se conjugan en el desafío de construir un orden republicano. Se trata, como señalan los editores, de conceptos nómades que al desplazarse mutan.

De este modo, la obra nos invita a pensar a la traducción como una invención política y a problematizar el interrogante acerca de los modos posibles de construir la república: su vínculo, tan complejo, con el liberalismo y la democracia, la tensión entre modernidad y reacción, y la relación entre la cuestión de la identidad y el lenguaje. Problemas que tienen un pasado, pero, también, forman parte de nuestro presente. Es que, en definitiva, los autores nos impulsan a explorar el significado mismo de la modernidad occidental a partir del poder del diálogo. Sin lugar a dudas, la obra, producto de un valioso intercambio académico, dará lugar a nuevas conversaciones.