PATRICIO FONTANA, VIDAS AMERICANAS. LOS USOS DE LA BIOGRAFÍA EN DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO, JUAN BAUTISTA ALBERDI Y JUAN MARÍA GUTIÉRREZ. BERNAL: UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES, 2024, 360 PP.
Por Tomás Oubiña
Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”
Universidad de Buenos Aires
Buenos Aires, Argentina
ORCID
https://orcid.org/0009-0004-7461-896X
PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,
Año 18, N° 35, pp. 274-276
Enero- Junio de 2025
ISSN 1853-7723
ARK CAICYT
https://id.caicyt.gov.ar/ark:/s18537723/a87ahp2by
Vidas americanas, de Patricio Fontana, estudia las biografías elaboradas por Sarmiento, Alberdi y Gutiérrez entre 1840 y 1880, motivadas por la certeza de que el “desierto” al que se enfrentaban era también biográfico y debía poblarse, por consiguiente, con nombres e historias. Si, por un lado (como señala Fontana, citando a Fabio Wasserman), la inexistencia de un Estado nacional consolidado explica el marco amplio, americano, al que pertenecían aquellas vidas, por otro nos remite a una historiografía nacional aún no desarrollada, y cuya vacancia buscaban suplir aquellas vidas sin ser obras de historia per se –como sí lo eran ya las fundacionales Historia(s) de Mitre, criteriosamente excluidas del estudio–.
Esta distinción es sutil, pero nos remite al análisis que hace Fontana, en una aguda introducción, sobre las ambivalencias del género. Ubicada entre la historia y la novela, entre los grandes hechos y la minucia, la biografía presenta un carácter híbrido, distintivamente versátil, que la configura como un “género disponible”, según el autor: tanto porque permite el empleo de diversos procedimientos narrativos como porque se presta a distintos usos. De esto último deriva el subtítulo del libro, que remite en buena medida a lo que llamaríamos la dimensión pragmática del discurso.
Contracara de aquella potencialidad abarcadora es la frecuente insatisfacción –advierte Fontana– entre lectores (e incluso escritores) del género por la incapacidad práctica de este para abarcar, en efecto, la totalidad del objeto propuesto. Porque, aun cuando fuera posible conocer una vida de forma íntegra –y, ciertamente, no lo es–, su relato siempre será selectivo. (En última instancia, como el mapa a escala 1:1 del texto de Borges, contar una biografía “completa” tomaría tanto tiempo como la propia vida del biografiado). Pero es precisamente reconociendo su inherente artificialidad y selectividad que Fontana procede al abordaje de la producción biográfica de Sarmiento, Alberdi y Gutiérrez.
En los primeros dos capítulos, el libro se detiene en Sarmiento, sus escritos de vidas y sus reflexiones sobre el género. El autor de Facundo, plantea Fontana, habría visto en la biografía un medio privilegiado desde el cual forjar una literatura americana original. Si, como género, era oriundo de Europa, el escritor americano se distinguiría por apropiárselo de forma idiosincrática para estudiar unas vidas que, nacidas en su mismo entorno, no podían comprenderse según los cánones europeos. Pero los elementos característicamente bárbaros de esas biografías sarmientinas se plasman de formas diversas, y Fontana introduce para ello una clasificación esclarecedora en la que recupera categorías de otros críticos literarios. Destacan, entre otras, las “biografías de pasaje” (el concepto es de Cristina Iglesia), en cuya ambivalencia residía también su ejemplaridad, porque eran exponentes de una combinación virtuosa entre atributos europeos y gauchos –Fontana muestra cómo esa complementariedad operaba como un ideal para los tres escritores analizados–. Por otro lado, las “biografías de la barbarie” (de Adriana Rodríguez Pérsico), plenamente americanas, se abordan en el segundo capítulo como aplicaciones del concepto de “hombre representativo”, una suerte de sinécdoque historiográfica que Sarmiento tomaba de Cousin, pero con matices, como argumenta Fontana: Facundo era, ante todo, una biografía –la justificación es convincente– y, como tal, no podía prescindir de aquella faceta del hombre que el filósofo francés, consagrado en cambio a la escritura histórica, desdeñaba como “vulgar”.
En el tercer capítulo, el autor se adentra en el caso de Alberdi, en cuya producción biográfica es prominente el uso ejemplificador que se le pretendía atribuir al género. Si había vidas dignas de ser escritas eran las de los “héroes de la paz”, adalides de un progreso logrado, no ya en el campo de batalla (habiéndose cerrado la época de la independencia), sino en la administración pública y, más aún, en los negocios. Destaca en ese sentido la obra sobre el empresario norteamericano Wheelwright, amigo de Alberdi, que como plantea Fontana era, a su vez, una “biografía contra Sarmiento”. En el cuarto capítulo se aborda la obra de Gutiérrez deteniéndose en sus biografías de escritores, donde la virtud poética y la patriótica eran presentadas como indisociables. En ese sentido, sobresalen las biografías de Echeverría (y en menor medida la de Florencio Varela), con las que Gutiérrez pretendió –sostiene Fontana– la consagración post mortem de una figura políticamente discreta cuya contribución a la patria habría residido casi con exclusividad en su obra literaria.
En síntesis, Fontana realiza un notorio aporte a la comprensión de la cultura del siglo XIX a partir de la biografía. Su análisis minucioso y lúcido, alternado con largas citas cuidadosamente elegidas y apoyado en un sólido (y amplio) registro bibliográfico, ofrece un cuadro que logra ser abarcador sin perder sutileza.