José Zanca, Catolicismo y cultura de izquierda. Buenos Aires: Siglo XXI, 2024, 262 pp.

Por Johanna Candelo

 

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Universidad Nacional del Sur

Universidad Nacional de Misiones

 Argentina

ORCID

https://orcid.org/0009-0006-5196-8822

 

PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,

Año 18, N° 35, pp. 259-261

Enero- Junio de 2025

ISSN 1853-7723

ARK CAICYT

https://id.caicyt.gov.ar/ark:/s18537723/a87ahp2by

 

 

Animado por las preguntas que suscitó la figura del papa Francisco en la Iglesia Católica, José Zanca indaga en este libro acerca de la relación entre religión y política, explicando la configuración histórica de largo plazo de una corriente de izquierda dentro del catolicismo. El trabajo abarca el período que va de 1930 a 1970 y se sitúa particularmente en Argentina, aunque establece permanente interlocución con procesos latinoamericanos y europeos.

Se compone de una introducción, cinco capítulos y un apartado final, que recupera el sentido de la obra en su totalidad. En la introducción, el autor realiza una breve revisión de la situación del catolicismo a nivel global y nacional desde fines del siglo XIX. Asimismo, conceptualiza las nociones de “izquierda cristiana” y “secularización”, nodales en su análisis sobre el vínculo entre la crisis de la autoridad religiosa y el surgimiento de una corriente de izquierda católica. Los capítulos tejen un hilo que permite concebir esa cultura de izquierda de larga duración, mostrando la multiplicidad de corrientes, actores e ideas dentro del catolicismo sin perder de vista sus vasos comunicantes.

En el primer capítulo, recupera las trayectorias de algunos cristianos, considerando la crisis del liberalismo, el ascenso de los fascismos y la consolidación del comunismo. A partir de los escritos de estos intelectuales, Zanca muestra cómo se generaron las primeras fricciones entre la jerarquía y los católicos antifascistas, humanistas y “progresistas” desde los años 1930 a 1950, señalando estas primeras controversias como el inicio del proceso de autonomización del laicado.

El segundo capítulo, se adentra en el clima de época de los sesenta, marcado tanto por la renovación posconciliar como por la modernización cultural. A partir del análisis de prensa, recupera las narrativas que circulaban respecto de la Iglesia y la religiosidad en general, como del vínculo entre religión y política. Muestra cómo los sondeos de opinión operaban como un termómetro social y tenían incidencia en la revisión de las prácticas pastorales y cómo algunos sectores de la Iglesia se acercaban a la sociedad mientras el episcopado presentaba grietas.

El tercer capítulo profundiza la mirada sobre los tiempos del Concilio Vaticano II y el posconcilio. Tomando como puntapié algunas figuras del catolicismo, el autor retrata la eclosión de nuevas sensibilidades al calor de la renovación teológica. Describe a una Iglesia atenta a los cambios políticos y culturales, con la mirada puesta sobre las realidades sociales, que- aún con una episteme desarrollista- presentaba un creciente compromiso social y una radicalización de sus prácticas.

En el cuarto capítulo, Zanca se enfoca en los años setenta para explicar los procesos de radicalización política y la multiplicidad de actores que conformaron aquellas vertientes revolucionarias en el catolicismo. Considerando la conjunción de diversos factores que posibilitaron ese clima de efervescencia, evidencia el pasaje del laicado y algunos sectores del clero a posturas cada vez más contestatarias, que traían al centro de la discusión la liberación por sobre el desarrollo.

El último capítulo se centra en el surgimiento de la teología del pueblo, que trae consigo la herencia de la teología de la liberación, pero que se diferencia de ella sustancialmente debido a su composición teórica ecléctica. El autor destaca el carácter identitario de esta teología que privilegia la apropiación que hace el pueblo de “lo religioso” y el lugar de la fe popular. Por último, explora los estrechos vínculos que esta corriente tuvo con el peronismo.

A lo largo de las páginas, el libro historiza la politización del catolicismo y da cuenta de las tensiones que se dieron entre una jerarquía eclesiástica con pretensiones de unidad y sectores divergentes al interior de la Iglesia, que disputan los sentidos de la fe y la religión y problematizan el vínculo entre Iglesia y sociedad. Zanca reconoce, entonces, a la “cultura de izquierda” en esas actitudes análogas entre actores que, con posturas heterodoxas, fueron modelando una esfera crítica al interior del catolicismo. Ese itinerario es construido en permanente diálogo con el proceso histórico y las transformaciones en el plano de las ideas, presentando una trama compleja y heterogénea de actores que dialogan entre sí.

En ese recorrido, el autor plasma gran parte de su trabajo previo, pero también reúne los avances en los estudios sobre el catolicismo y la Nueva Izquierda, aportando una mirada panorámica. Lejos de acotar los procesos de radicalización política a los años setenta, Zanca identifica antecedentes, establece matices y amplía el foco sobre la pluralidad de teologías revolucionarias. En síntesis, constituye una formidable lectura que nos pone a pensar en la infinita trama entre religión, cultura y política. En la actualidad, el libro se resignifica con el fallecimiento de nuestro papa argentino y la revitalización de las discusiones públicas en torno a la Iglesia católica y el rumbo del Vaticano.