catolicismo y peronismo en la provincia eva perón: un estudio de las experiencias locales en torno a los acontecimientos de junio de 1955

 

MARIANA ELISABET FUNKER

Instituto de Estudios Socio-Históricos y Sociales de La Pampa

Instituto de Estudios Socio-Históricos

Universidad Nacional de La Pampa

Santa Rosa, La Pampa

Argentina

https://orcid.org/0000-0001-8704-1080

 

ANA MARÍA T. RODRÍGUEZ

Instituto de Estudios Socio-Históricos y Sociales de La Pampa

Instituto de Estudios Socio-Históricos

Universidad Nacional de La Pampa

Santa Rosa, La Pampa

Argentina

https://orcid.org/0009-0009-4302-9587

 

PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,

Año 18, N° 35, pp. 43-65

Enero-Junio de 2025

ISSN 1853-7723

ARK CAICYT

https://id.caicyt.gov.ar/ark:/s18537723/proi2xqfp

 

Fecha de recepción: 10/03/2025 - Fecha de aceptación: 28/07/2025

 

Resumen

 

Este artículo estudia cuestiones vinculadas con la ruptura entre el catolicismo y el peronismo a mediados de la década del cincuenta del siglo XX en la provincia Eva Perón. El trabajo analiza la relación entre catolicismo y peronismo en el contexto de la crisis del vínculo entre ambos actores a partir de una serie de acontecimientos suscitados en junio de 1955. La trama de eventos que se desarrollan requieren necesariamente indagar en qué aspectos de esa conflictividad lo hacían diferente de lo que ocurría en otros centros urbanos. Además de la empiria sobre los procesos históricos del interior argentino, reducir la escala de análisis a pequeñas localidades nos permite estudiar el carácter de las tensiones en una sociedad donde los vínculos eran personales, estrechos, cotidianos. El trabajo pretende ser un aporte desde los estudios “extracéntricos” que, como ha planteado la historiografía, procura elaborar una reconstrucción genérica del peronismo con nuevas miradas e interpretaciones.

 

Palabras Clave

Peronismo – catolicismo – historia regional – provincia Eva Perón – persecución religiosa.

 

Catholicism and Peronism in the Eva Perón province: a study of local experiences surrounding the events of june 1955

 

Abstract

This article studies issues related to the split between Catholicism and Peronism in the      mid-1950s in the province of Eva Perón. It analyzes the relationship between these two actors in the context of the crisis that emerged following a series of events in June 1955. The plot of events that unfolded necessarily requires investigating what aspects of this conflict made it different from what was happening in other urban centers. By narrowing the scope to small localities within Argentinas interior, the study offers an empirical analysis of historical processes in a setting where social bonds were personal, intimate, and part of everyday life. This article aims to be a contribution from extracentric studies, which as historiography suggests seek to develop a generic reconstruction of Peronism with new perspectives and new interpretations.

 

Keywords

Peronism – catolicism – regional history – Eva Peron province – religious persecution.

 

 

catolicismo y peronismo en la provincia eva perón: un estudio de las experiencias locales en torno a los acontecimientos de junio de 1955

 

Introducción

Este artículo analiza cuestiones vinculadas con la ruptura entre el catolicismo y el peronismo a mediados de la década del cincuenta del siglo XX en la provincia Eva Perón. La propuesta de este trabajo consiste en estudiar la relación entre catolicismo y peronismo en el contexto de la crisis del vínculo entre ambos actores a partir de una serie de acontecimientos suscitados en junio de 1955. La trama de eventos que se desarrollan requiere necesariamente indagar en qué aspectos de esa conflictividad lo hacían diferente de lo que ocurría en otros centros urbanos. La hipótesis que explica esta indagación parte de considerar que, en el espacio pampeano, ambos agentes confrontaron en un contexto nacional en que las tensiones se agudizaron a tal punto que culminaron con su ruptura. En pequeñas localidades, donde la población había construido una doble identidad católica y peronista, no se desarrollaron altos niveles de conflictividad, como sí ocurrió en los grandes centros urbanos de Capital Federal o Córdoba. Si bien las tensiones alteraron la vida cotidiana y, en especial, el mundo religioso local, lejos estuvieron de una radicalización del conflicto.

Además de la empírea sobre los procesos históricos del interior argentino, el trabajo pretende ser un aporte desde los estudios “extracéntricos” que, como ha planteado la historiografía, procura elaborar una reconstrucción genérica del peronismo con nuevas miradas e interpretaciones (Macor y Tcach, 2003). De manera paralela, al reducir la escala de análisis a pequeñas localidades, nos permite estudiar el carácter de las tensiones en una sociedad donde los vínculos eran personales, estrechos, cotidianos. Como ha señalado Juan Manuel Palacio, al reducir la escala de análisis los trabajos “prefieren ya no hablar del ‘peronismo’ sino cada vez con más frecuencia de ‘peronismos’, pluralidad a la que obliga la adopción preferencial por los estudios regionales y de caso, que revelan una realidad mucho más fragmentada que la que proponían las visiones más generales sobre el fenómeno a nivel nacional” (2010, p. 2). Por último, en relación con la copiosa bibliografía existente sobre el tema, coincidimos con el planteo de Lila Caimari (1995; 2002) quien sostiene que el peronismo y el catolicismo estaban ligados por infinidad de lazos, espirituales y materiales. Concordamos en desechar cualquier interpretación que pretenda identificar los orígenes del conflicto entre ambos en su propia naturaleza, o en rasgos que definirían a dos actores que, de antemano, ya estaban destinados a confrontar (Rodríguez y Funkner, 2022, p. 75).[1]

En el caso particular del peronismo en La Pampa, se había conformado políticamente a partir de la designación en 1946 por parte de Perón del gobernador Juan L. Páez, quien, junto a sus sucesores Eduardo Reguero y Juan Carlos Neveu organizaron el partido y desplegaron una intensa peronización de la sociedad pampeana. Este proceso se manifestó de manera similar en otros territorios y estuvo vinculado a los logros de la provincialización, tal como lo sostiene Martha Ruffini (2005). En julio de 1951, con la sanción de la ley 14.037, La Pampa adquirió el estatus de provincia. De este modo, el 11 de noviembre de ese mismo año, los habitantes pampeanos pudieron elegir al presidente de la Nación y por primera vez las mujeres participaron como electoras y candidatas, con un amplio triunfo del Partido Peronista. Igual comportamiento electoral tuvo la población pampeana al momento de elegir convencionales constituyentes y a su primer gobernador.[2] El peronismo fue la única fuerza política que presentó candidatos a la Gobernación y la fórmula Salvador Ananía-Esteban Ardohain obtuvo el 87,92% de los votos contra el 12,02% en blanco. Ante la ausencia de fuerzas políticas opositoras en el recinto legislativo la puja discursiva y los posicionamientos se dieron al interior del partido gobernante, conformado de manera equitativa por las tres vertientes: el Partido Peronista Masculino, el Femenino y los representantes sindicales (Zink et al, 2011, p. 96). Con una oposición sin representación institucional y altamente debilitada, el peronismo se instituyó en la única fuerza política. 

En este contexto, la Iglesia católica fue un actor clave en la construcción del peronismo local configurándose lo que algunos autores han denominado la “gran fiesta peronista-católica de los años cuarenta” (Caimari, 2002). Este aspecto dio cuenta de la dimensión que tuvo la Iglesia católica en los procesos de construcción, cohesión e integración social. Los lazos entre ambos actores sociales se estrecharon llevando incluso a establecer una impronta católica en el espacio público a través de congresos católicos y catequísticos escolares, peregrinaciones, decretos que facilitaban la entronización de crucifijos o la imposición de bandas de generales del ejército a vírgenes. 

Para estudiar la problemática planteada, el material documental es cuantioso y diverso.  Se relevaron las Crónicas de la situación vivida por las comunidades, documento producido por la Iglesia católica en el año 1955 que indaga la persecución religiosa de junio de ese año. De manera concreta, el documento aborda la situación en cinco parroquias de diferentes localidades: Santa Rosa, capital provincial, San José de Colonia Barón, San Antonio de Padua de Trenel, Nuestra Señora de la Merced de General Pico y Nuestra Señora de la Merced de Victorica.[3] Se complementa el relevamiento con las notas de la jerarquía eclesiástica a cada una de las parroquias en la que se solicitaba informes de lo acontecido en esas localidades en el mes de junio y las respectivas respuestas por parte de los curas párrocos. El acceso a estos documentos nos permite elaborar este artículo que se estructura de la siguiente forma. En un primer momento, realizamos una síntesis de la ruptura del vínculo entre la Iglesia católica y el peronismo. Luego, estudiamos qué acontece en La Pampa en el momento en que se produjo el desenlace de las relaciones en Buenos Aires. De manera concreta, nos concentramos en junio de 1955. En el apartado final establecemos comparaciones sobre las consecuencias que implicó la ruptura de los vínculos entre Iglesia católica y peronismo a nivel nacional y en la provincia de La Pampa.

 

Perón y la Iglesia Católica: el desenlace de un vínculo

La profusa historiografía que se ha ocupado de analizar el golpe del 16 de septiembre de 1955, que puso fin al segundo gobierno de Juan Domingo Perón, necesariamente remite, en términos explicativos, a los tensos vínculos entre Perón, las Fuerzas Armadas y la Iglesia católica.[4] Las tensiones con esta última transitaron una creciente escalada de conflictividad, que cristalizó en 1954, y a partir de la sucesión de una serie de acontecimientos culminó con la ruptura definitiva.  Según Carolina Barry (2023), fueron tres los acontecimientos principales que deterioraron el vínculo entre Perón y la Iglesia católica: la formación del Partido Demócrata Cristiano en julio de 1954, la infiltración de asociaciones ligadas a la Iglesia en la Confederación General del Trabajo, fundamentalmente la Juventud Obrera Católica y “el rechazo manifiesto a la creación de la Unión de Estudiantes Secundarios que pretendía neutralizar el peso de las juventudes católicas” (Barry, 2023, p. 254). En el proceso de quiebre de la relación entre ambos actores sociales devinieron las acusaciones por parte de Perón a ciertos sacerdotes de actividades antiperonistas, la creación de un “cristianismo peronista” independizado de la tradición católica y con frecuencia en contra de ella,  la supresión por parte de Perón de ciertos derechos y privilegios que había otorgado a la Iglesia durante su gobierno como la enseñanza religiosa en las escuelas y los subsidios a la enseñanza privada, la prohibición de las procesiones religiosas, la aprobación de una ley de divorcio y la autorización de la reapertura de prostíbulos. Estas medidas fueron acompañadas por una campaña anticlerical desde la prensa oficial y el creciente apoyo de las Fuerzas Armadas a la institución eclesiástica que, por cierto, puso en marcha la conspiración militar (Torre, 2002).

Sin duda, el conflicto terminó de estallar en 1955 cuando Perón anunció la futura reforma de la Constitución que incluiría la separación entre la Iglesia y el Estado. Esta decisión desencadenó una sucesión de acontecimientos como la multitudinaria procesión de Corpus Christi del 11 de junio, en la que católicos, radicales, socialistas y comunistas marcharon en el centro de Buenos Aires al grito de ¡Viva Cristo Rey! El acto constituyó una explícita manifestación antigubernamental. Pero los acontecimientos se tornaron ingobernables por las autoridades eclesiásticas, lo que provocó que, además, los manifestantes apedrearan los diarios oficialistas y destrozaran los vidrios de los edificios públicos con pintadas que decían “Muera Perón” y “Viva Cristo Rey”.

 El 16 de junio se produjeron varios ataques cuyo objetivo principal era la Casa de Gobierno. Se atentó contra la vida de Perón y se produjo el bombardeo de Plaza de Mayo por parte de aviones de la Marina y de la Fuerza Aérea, con la complicidad de sectores políticos y eclesiásticos, que dejó un saldo de 300 muertos y 600 heridos. Esta radicalización del conflicto tuvo como respuesta, ese mismo día, la quema de las principales iglesias de Capital Federal y de la Curia del Arzobispado porteño, luego de ser saqueadas por fuerzas de choque peronistas. A través de estos ataques se asaltaron altares, se destruyeron imágenes y archivos (Torre, 2002).

Los acontecimientos tuvieron rápidamente repercusión internacional y la respuesta eclesial no se hizo esperar. El mismo 16 de junio, desde Roma, en la Sede de la Congregación Consistorial, se emitió un texto oficial de la excomunión recaída sobre el gobierno peronista. El texto plantea los siguientes términos:

Dado que en esta última temporada han sido conculcados de muchas maneras en la República Argentina los derechos de la Iglesia, y se ha usado violencia contra personas eclesiásticas; además últimamente algunos han osado poner las manos violentamente en la persona del Excelentísimo Monseñor Don Manuel Tato, Obispo Titular de Aulón, Auxiliar y Vicario General de la Arquidiócesis de Buenos Aires y además también han impedido el ejercicio de su jurisdicción y lo han expulsado del territorio argentino; la SAGRADA CONGREGACIÓN CONSISTORIAL declara y advierte que todos aquellos que han cometido tales delitos, a saber: los mandatarios de todo género y grado, los cómplices necesarios que hicieron que se cometiesen dichos delitos, aquellos que han inducido a la radicalización de los mismos, en el caso de que tales delitos no hubiesen sido cometidos sin su participación, han incurrido en la EXCOMUNION LATAE SENTENTIAE reservada de un modo especial a la Santa Sede.[5]

También la noticia de la quema de los edificios eclesiales adquirió dimensión en la prensa internacional. Esta situación llevó a Perón a deslindar responsabilidades: “yo sé bien que no son trabajadores los que han producido los actos de violencia en las iglesias y ni en ninguna de esas partes. En estos días, indudablemente, han aprovechado los comunistas” (Bianchi, 2001, p. 311).

Desde la mirada eclesial señalaron un conjunto de acciones y leyes que llevaron al desgaste de los vínculos entre la Iglesia y el peronismo pero marcaron como punto culminante de la “persecución” el día 16 de junio de 1955 donde además de quemar las iglesias más importantes de la Capital argentina se detuvieron a numerosísimos sacerdotes y obispos. Si bien Perón lanzó una política de conciliación, no tuvo el eco esperado y devino otra escalada de violencia. Las autoridades eclesiásticas argumentaron que el peronismo estaba detrás de un plan siniestro que pretendía determinar, entre otras cuestiones, el establecimiento de la “religión católica justicialista”. Según el sector católico se tuvo conocimiento a tiempo del plan y se apresuró el alzamiento militar del 16 de septiembre que llevó a la deposición de Perón y al inicio de la llamada Revolución Libertadora.

Mientras estos acontecimientos se dieron en Buenos Aires, ¿qué sucedía con los vínculos entre la Iglesia católica y los gobiernos peronistas en otros centros urbanos, concretamente, en La Pampa?

 

La ruptura del peronismo y la Iglesia católica en la provincia Eva Perón

Analizar el contexto de la actual provincia de La Pampa en el momento de ruptura de la relación entre Iglesia católica y peronismo requiere realizar dos aclaraciones. La primera se vincula con el aspecto jurisdiccional y político. En 1951, mediante la ley 14.037 promulgada por el Poder Ejecutivo Nacional, La Pampa abandonó su carácter de territorio nacional y fue provincializada bajo la denominación de provincia Eva Perón. Este nombre se conservó hasta 1955, cuando la Revolución Libertadora se propuso desperonizar todos los ámbitos de la sociedad y pasó a nominarse provincia de La Pampa. Como señalamos anteriormente, el comportamiento político se correspondió con el peronismo. Prácticamente no hubo fuerzas políticas opositoras a tal punto que la primera Cámara de Diputados Provincial estuvo integrada solamente por el Partido Peronista. En segundo lugar, consideramos  necesario recordar que el Territorio Nacional de la Pampa desde 1934, al desaparecer la Vicaría Foránea de la Pampa Central y dejar de ser un territorio de misión a cargo de la congregación salesiana, pasó a depender, a partir de una reorganización eclesiástica a nivel nacional, de la Diócesis de Mercedes y de la Diócesis de Bahía Blanca.[6] Culminaba un proceso por el cual los salesianos estimaron que habían cumplido la tarea de construir un territorio católico. En este contexto las distintas comunidades locales tenían entonces, mayoritariamente, una doble identificación: eran peronistas y católicas. Como sostiene Barry (2023, p. 269) en las ciudades pequeñas “se entremezclan los dogmas religiosos y dogmas políticos”, los vínculos y lealtades vecinales y hasta familiares, “en una población que hacía uso de estos ritos religiosos y que se definía como católica” pero que, a su vez, era peronista.

Entre 1954 y 1955, cuando la conflictividad entre peronismo y catolicismo adquirió mayor virulencia, las tensiones en la provincia Eva Perón también tuvieron sus expresiones. Concretamente el clero y la feligresía católica de distintas localidades confrontaron con los poderes públicos locales. El abanico de los enfrentamientos abarcó desde mecanismos informales hasta institucionales como medidas legislativas o intervenciones policiales. En el primer caso, podemos mencionar los panfletos editados y distribuidos por militantes católicos contra el gobierno peronista y sus políticas. En el segundo, la Cámara de Diputados derogó, en consonancia con las medidas implementadas a nivel nacional, el artículo 11 de la Ley 80 que suprimía la enseñanza religiosa en las escuelas públicas de la provincia. Además, se eliminó la exención de impuestos, tasas o contribuciones tanto provinciales como municipales de las que gozaban las instituciones religiosas y que incluían a los colegios, templos, conventos, entre otros. En cuanto a las intervenciones policiales, hemos registrado cinco situaciones que adquirieron dimensión pública y, en todos los casos, el clero local fue un actor central en la disputa con el peronismo. Los acontecimientos ocurrieron en parroquias de diferentes localidades: Santa Rosa de la capital provincial, San José de Colonia Barón, San Antonio de Padua de Trenel, Nuestra Señora de la Merced de General Pico y Nuestra Señora de la Merced de Victorica. Los conflictos consistieron en amenazas telefónicas y acusaciones de realizar “actividades contra la seguridad del Estado” como celebración de misas, procesiones o atención religiosa en las capillas. En estos casos citados hubo allanamientos de templos, clausuras de las casas parroquiales y locales de la Acción Católica, prohibición de realizar celebraciones religiosas, denuncias por injurias a sacerdotes por haber “difamado a Perón” y acusados por desacato al gobierno nacional y en especial al presidente Perón (Rodríguez y Funkner, 2022, pp. 81-82).

Ante estas intervenciones, mayoritariamente llevadas a cabo en junio de 1955, las autoridades eclesiásticas solicitaron a los párrocos que informaran cómo era el clima en cada una de las parroquias. La solicitud fue respondida por cuatro sacerdotes correspondientes a las parroquias de General Pico, Colonia San José, Trenel y Santa Rosa. Amerita señalar que todas estas poblaciones se ubican en la franja este de la provincia y eran pequeñas localidades. Sólo Santa Rosa y General Pico tenían más de diez mil habitantes; el resto no superaba los cinco mil. La vida cotidiana giraba en torno a la llegada del ferrocarril, a la siembra y la cosecha (Di Liscia y LLuch, 2014).

Una de las primeras respuestas a la solicitud de información por parte del Obispo de Mercedes, Anunciado Serafini, provino de la parroquia de General Pico, que estaba a cargo del sacerdote Martinet, quien emitió un extenso informe.[7] En el documento, el religioso remarcó que en “esta tranquila población casi no hemos notado novedades”. Esta frase del párroco denotaba la “serenidad” que reinaba en la ciudad, corroborada por el relato de la rutina, que consistía en celebrar misa en el hospital y la visita de enfermos. Hasta el momento, eran actividades cotidianas. Sin embargo, el sacerdote manifestó sorpresivamente que cuando llegó a la parroquia arribó un auto de la policía y el subcomisario le expresó que “de acuerdo a órdenes recibidas de la superioridad” debía proceder a su detención. De ese modo, acompañó al funcionario en el auto oficial a la Comisaría que “dista una cuadra de la Parroquia”. Mientras esperaba en la sede policial arribó el cura de la localidad de Florentino Ameghino -provincia de Buenos Aires-, quien también fue detenido. En referencia a esta situación señaló que

departimos unas horas de compañerismo con los oficiales en el Despacho del Comisario. Casi a medio día llegó el Sr. Cura de Ameghino y entonces pasamos a la Dependencia de una de los empleados donde almorzamos “como grandes señores” y donde quedamos alojados como detenidos. Así pasamos el viernes y parte del sábado hasta las 16:20 en que regresamos a casa.[8]

El discurso del salesiano se ocupó de remarcar que fueron atendidos con total consideración y que nunca les faltó nada, sino por el contrario, advirtió que regresaron a su casa con “plenas garantías”. A tal punto que fueron acompañados por el agente oficial que estuvo con ellos en la detención y ambos regresaron a sus respectivas parroquias.

En General Pico, algunos laicos quisieron replicar las campanas en señal de alegría por la liberación del sacerdote. Finalmente, esta acción no se realizó y el cura comenzó la rutina religiosa en la que fue acompañado por “muchos viejos, jóvenes y niños con quienes departimos gratos momentos”, según su relato. Al día siguiente, comentó que continuó la vida como habitual y reina “Paz en casa”. El párroco cierra el informe señalando que: “no se me ha hecho el más mínimo agravio en ninguna parte. Muy al contrario he visto que, hasta algunos de los cuales uno no esperaba nada, albergan un corazón  noble y afectos que, a veces, uno desconoce”.[9] En este sentido, el sacerdote remarcó que no sufrió ninguna protesta ni amenaza por parte de los miembros de la sociedad piquense. Subrayó por el contrario la solidaridad de la gente, incluso de aquellas personas que no tenían una relación directa con él o que no eran asiduos asistentes a sus misas.

 Al igual que Martinet de General Pico, el cura párroco de San José, Carlos Riedrich, recibió una solicitud de informe sobre lo acontecido el 17 de junio y realizó el reporte correspondiente.[10] En consonancia con lo sucedido a nivel nacional, el cura remarcó que “Las dificultades de la Parroquia empezaron con la fiesta patronal de San José, el 19 de marzo, en la cual fue negada la petición para la procesión tradicional con la simple cláusula: ‘No ha lugar el pedido’”.[11] Sobre los acontecimientos de junio, relató que

El día 15 de junio a las 10 hs se presentó el Subcomisario de Colonia Barón con un oficial y el oficial de la Colonia San José, juntamente con dos vecinos del pueblo para examinar lo existente en la sala de reunión ... y en el Despacho Parroquial.[12]

El resultado fue la clausura de ambos locales y el retiro de materiales eclesiásticos que se encontraban allí como la encíclica Non abbiamo bisogno[13], la Declaración del Venerable Episcopado sobre la separación de la Iglesia y del Estado, y un folleto que decía Lea y difunda! Sobre la pretendida autorización del Vaticano en el divorcio. Dicha clausura duró hasta el 25 de junio de 1955. No sólo fueron estas las medidas que se tomaron. El día 17 de junio, se presentó el oficial de Villa Mirasol que prohibía rezar misa en Colonia Santa José, Colonia Barón, Villa Mirasol, Mauricio Mayer y otros puntos donde oficiaba misa el cura Riedrich.[14]     

No obstante, el párroco apuntó que esta medida fue revocada el mismo día. Por último, el informe del sacerdote concluyó con una aseveración:

No hubo otra dificultad fuera de asistencia habitual de algún agente de policía en todas funciones y en todas las Iglesias y capillas de esta Parroquia, lo cual ha alejado a los tímidos de la asistencia a los oficios religiosos.[15]

En este sentido, intentó relativizar la presencia policial en las celebraciones religiosas, pero argumentó que esta situación provocó que algunos fieles dejaran de participar en los diversos actos.

Desde la localidad de Trenel, el sacerdote Celso Valla también respondió al pedido de informe de situación. En su reporte comentó que el 13 de junio se realizó una fiesta patronal, más precisamente una procesión, pero que la misma había sido autorizada por la policía. Sin embargo, más tarde el párroco encargado de la parroquia local Santa Rosa de Padua se enteró por medio del Jefe de Policía de Metileo, Sr. Cervetto, que el Juez de Paz local, Juan Lavarese, presionó al comisario para que se instruyera un sumario a Valla, por actividades contra la seguridad del Estado. Dichas actividades estaban vinculadas con la celebración de misas y la atención religiosa en las diversas capillas que dependían de la parroquia. El comisario se negó porque no se presentaron hechos concretos. A su vez, otras acusaciones se generaron por la concurrencia infantil al Oratorio festivo, que no pasaron a cuestiones mayores. Aunque las tensiones se hicieron visibles en la escena pública, las manifestaciones católicas pampeanas, del mismo modo que en otros centros urbanos como los estudiados por Lucía Santos Lepera en Tucumán “estuvieron lejos de disputar la presencia del peronismo en las calles ni adquirieron aristas desafiantes a la hegemonía” que el movimiento peronista había construido (2015, p. 38).

Las situaciones que a continuación relató Celso Valla son similares a las que atravesó Riedrich en la Colonia San José. Valla comentó que, el 15 de junio, el comisario local acompañado de dos efectivos policiales allanó el despacho parroquial y la sala de reuniones. Este procedimiento terminó con la clausura de dos habitaciones por decreto del Poder Ejecutivo Nacional, llevándose el registro de las asociaciones. También es de destacar que, a partir de ese momento, y durante ocho días hubo presencia policial montando guardia permanente ante el templo y la casa parroquial. En ambos casos se requisó la locación parroquial, se procedió a su clausura, a la confiscación de cierta documentación y se instaló guardia policial en la parroquia y en las misas.

El último reporte provino desde la Parroquia Santa Rosa. El cura José Ochoa, encargado de esa repartición, relató los hechos que ocurrieron el 15 de junio de 1955. En aquella ocasión la Policía Federal allanó el templo parroquial requisando locales de la Acción Católica Argentina, que, luego de levantar actas, fueron clausurados. Hubo presencia policial en todas las misas e incluso, amenazas telefónicas al sacerdote Ochoa. En una carta del 23 de junio de 1955, dirigida por el párroco al Obispo de Mercedes Monseñor Anunciado Serafini, puso de manifiesto cuál era, desde su perspectiva, el estado de conflictividad en relación con el peronismo. En ese documento, Ochoa expresaba que “no hemos tenido problemas locales más que la alarma pues el ejército nos ofreció toda garantía. A mí me molestan un poco por teléfono en la madrugada pero tenía guardia de continuo de modo que no hubo nada”.[16]

¿A qué se refería Ochoa? Unos días antes de la celebración de Santa Rosa de Lima, Patrona de la Provincia, el párroco recibió un llamado telefónico anónimo dándole a conocer que

un grupo de terroristas estaba preparado para asaltar la iglesia, incendiarlo todo, y eliminarlo a él, junto con quienes en ese momento estuvieran a su lado. Momentos más tarde, y nuevamente por teléfono, la misma voz le confirmó que todo estaba ya decidido; que lo tomara en serio, y se retirara de la iglesia.[17]

La denuncia tenía cierto viso de realidad dado que, como comentamos anteriormente, el 16 de junio en Buenos Aires se habían producido los atentados de sectores de la Marina y la Fuerza Aérea, que desataron un movimiento de violencia que culminó con el incendio de las principales iglesias del centro de la ciudad, luego de ser saqueadas por fuerzas de choque peronistas.

Ante las amenazas, Ochoa acudió a la policía y una guardia de caballería, comandada por un subteniente ex alumno de Don Bosco, le ofreció protección. Relata la crónica que “poco después, otro subteniente –también él ex alumno de Don Bosco- procedía al relevo de la guardia, con idéntica consigna: mantener el orden a toda costa, y dar protección a la iglesia y casa parroquial de Santa Rosa.”[18] De esta manera, se le brindaba seguridad y protección tanto al sacerdote como a la parroquia.

En los informes sobre los acontecimientos de junio de 1955, los sacerdotes de las parroquias de General Pico, Colonia San José, Trenel y Santa Rosa relataron de manera minuciosa las experiencias vivenciadas. En todos los casos, ante un contexto nacional de incendios parroquiales, en el territorio pampeano pareciera que la conflictividad no tuvo tal virulencia, aunque el clima cotidiano de las comunidades locales se vio alterado por detenciones de sacerdotes, allanamientos, clausuras parroquiales, confiscación de documentación, amenazas. Los actores eclesiásticos pampeanos, de modo similar a otras urbes del interior argentino, evitaron liderar una ofensiva católica en el marco de espacios provinciales donde “la adscripción al peronismo era abrumadora entre la población, es decir, donde difícilmente la Iglesia podría haberse visto favorecida con una actitud confrontadora” (p. 245). Este comportamiento fue diferente a los grandes centros urbanos, como la ciudad de Córdoba y Capital Federal, donde el enfrentamiento abierto alcanzó niveles de exacerbación y violencia inusitados.

 

Palabras finales

Los acontecimientos de junio de 1955 forman parte de los hitos de la ruptura entre Perón y la Iglesia católica que la memoria colectiva identifica. La multitudinaria procesión de Corpus Christi, la quema de las iglesias y el bombardeo de Plaza de Mayo conforman un encadenamiento de sucesos que cristalizan la radicalización de un conflicto cuyo desenlace fue el golpe de septiembre que depuso al general Perón e instaló la denominada Revolución Libertadora.

Estos hechos refieren a Capital Federal. Pero, ¿qué sucedía en otras realidades, en otras configuraciones sociopolíticas de la Argentina? ¿Qué carácter asumió la ruptura entre los agentes estatales y la institución eclesiástica? El caso de La Pampa es un ejemplo de configuraciones regionales-locales que permiten complejizar las interpretaciones sobre el peronismo, concretamente el vínculo con la Iglesia católica y su ruptura. El recorrido de este artículo nos ha permitido analizar casos concretos que fueron objeto de un documento oficial de la Iglesia: “Crónicas de la situación vivida por las comunidades”, en la que expone el conflicto desarrollado en las localidades de Victorica, Santa Rosa, General Pico, Trenel y Colonia Barón. Salvo la primera, que aconteció en mayo,[19] las cuatro restantes fueron en el mes de junio.  Este primer dato, muestra que lo sucedido en Capital Federal tiene su correlato en la, entonces, provincia Eva Perón. Es decir, durante el mes de junio se produjeron las mayores tensiones. No obstante, los informes que los curas párrocos remitieron dando cuenta de lo sucedido nos aleja bastante de la conflictividad de los grandes centros urbanos y que forman parte de la memoria colectiva nacional. Aquí los conflictos revisten ribetes solo por momentos virulentos. 

En todos los casos, fueron los agentes de policía locales -acorde a órdenes recibidas de la superioridad, como jueces de paz y autoridades provinciales- quienes actuaron contra los agentes religiosos. ¿Hasta dónde llegó la virulencia de aquel mes de junio? La irrupción de la policía en las parroquias y salas de reunión, la detención de sacerdotes, la prohibición de rezar misa en iglesias y capillas fue un patrón común que perturbó la vida cotidiana del mundo religioso pampeano y de las poblaciones locales. Si bien este accionar fue muy distinto de las quemas y de los bombardeos, la cotidianeidad se alteró. No obstante, resulta significativo señalar el carácter relativamente efímero de las medidas y la intención explícita que tuvieron los curas párrocos de no magnificar lo acontecido.  Recalcaron especialmente que, aún detenidos, primó el clima de cordialidad, donde fueron atendidos con consideración y al regreso a sus parroquias la vida en las localidades continuó de manera habitual. Sin lugar a dudas, en una provincia con una fuerte adscripción al peronismo los agentes eclesiales no estuvieron en condiciones de sostener una actitud confrontativa.

Estamos en presencia de una configuración socio política regional donde cristalizan las tensiones entre los poderes públicos y la iglesia, pero la escalada de violencia no tuvo las dimensiones de los grandes centros urbanos. Entonces, ¿cómo podemos explicar las dimensiones del conflicto? Sin duda, al reducir la escala de análisis a pequeñas localidades la conflictividad adquirió otras aristas. Si bien existió el enfrentamiento, éste estuvo teñido por las relaciones personales. En estos espacios los vínculos cotidianos eran estrechos, aún más, es probable que algunas de las autoridades locales, que eran peronistas, también eran católicas y viceversa, y tuvieron bajo su responsabilidad ser garantes de la convivencia cotidiana.

 

Bibliografía

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[1] La vinculación entre peronismo y catolicismo ha sido una problemática historiográfica que atrajo a historiadoras e historiadores y ha producido cuantiosas interpretaciones plasmadas en libros, dossier y artículos de revistas científicas, eventos académicos. Entre los principales aportes pueden mencionarse los trabajos de Plotkin (1993), Caimari (1995), Bosca (1997), Zanatta (1999), Bianchi (2001), Lida (2005, 2010, 2015). En los últimos años han surgido investigaciones que abordan la relación de la Iglesia católica con el peronismo desde el interior argentino. El caso de Tucumán fue indagado por Santos Lepera (2011, 2015), el de Córdoba por Blanco (2012), el de La Pampa por Funkner (2014, 2020), el de Río Cuarto por Camaño Semprini (2019, 2020), el de Santiago del Estero por Vezzosi (2014, 2018), el de Bahía Blanca por Napoli (2016, 2018), el de Comodoro Rivadavia por Carrizo y Vicente (2020), el de Santa Fe por Mauro (2020).

[2] En una contienda muy polarizada el Partido Peronista obtuvo el 74,01% de los votos contra el 24,16% de la Unión Cívica Radical (UCR), en tanto el socialismo y el comunismo tuvieron escasos números. En esa misma fecha se convocó a elecciones de Convencionales Constituyentes y nuevamente el peronismo triunfó ampliamente, sobre un total de 65.538 sufragios logró el 73,61% frente al 26,38% de la UCR (Zink, Moroni, Asquini, Folco, 2011, p. 95).

Al aplicarse el sistema uninominal la lista ganadora se adjudicó la totalidad de los convencionales: 4 mujeres y 15 varones, que rápidamente se abocaron a la tarea de redactar la Carta Magna provincial y a comienzos del año siguiente fue sancionada. Las deliberaciones no presentaron mayores dificultades, en gran medida porque todos los representantes respondían a una única expresión partidaria y su contenido se basó en la Constitución Nacional de 1949 y en el Segundo Plan Quinquenal (1953/57). La novel provincia se denominó Eva Perón y se eligieron las primeras autoridades el 12 de abril de 1953.

[3] El caso de Victorica no fue analizado dado que los acontecimientos se desarrollaron en el mes de mayo. La situación particular de esta localidad fue estudiada en Rodríguez y Funkner (2022).

[4] Entre las últimas producciones podemos mencionar a Mauro y Santos Lepera (2020), Kabat y Toro Tesini (2021), Santos Lepera (2022), entre otros.

[5] Archivo Central Salesiano (ACS), Caja 138. 3, Crónicas de la situación vivida por las comunidades, Persecución Religiosa. Argentina, junio de 1955.

[6] La primera incluyó ocho parroquias –Santa Rosa, Catriló, Victorica, Eduardo Castex, San José, Quemú Quemú, General Pico y Trenel– y la segunda, cuatro –General Acha, Bernasconi, Guatraché y Macachín–. A partir de entonces y hasta 1957, cuando por la Bula Quandoquidem adoranda del Papa Pío XII, se creó el Obispado de Santa Rosa, las autoridades de referencia fueron el Obispo de Mercedes Monseñor, Anunciado Serafini y el Obispo de Bahía Blanca, Germiniano Esorto. Estas diócesis fueron creadas por bula papal de Pío XI, Nobilis Argentinae nationis Ecclesia y desaparecieron las vicarías foráneas de La Pampa Central, Patagones, Río Negro, Neuquén, Chubut y Santa Cruz.

[7] Archivo Diócesis La Pampa, caja 100, Nota del párroco  Martinet al Obispo de Mercedes  Dr. Anunciado Serafini. General Pico, 21 de julio de 1955.

[8] Archivo Diócesis La Pampa, caja 100, Nota del párroco  Martinet al Obispo de Mercedes  Dr. Anunciado Serafini. General Pico, 21 de julio de 1955.

[9] Archivo Diócesis La Pampa, caja 100, Nota del párroco Martinet al Obispo de Mercedes Dr. Anunciado Serafini. General Pico, 21 de julio de 1955.

[10] Archivo Diócesis La Pampa, caja 36, Nota del párroco Carlos Friedrich al Obispo de Mercedes Dr. Anunciado Serafini. Colonia San José, 23 de julio de 1955.

[11] Archivo Diócesis La Pampa, caja 100, Nota del párroco Martinet al Obispo de Mercedes Dr. Anunciado Serafini. General Pico, 21 de julio de 1955.

[12] Archivo Central Salesiano (ACS), Caja 138. 3, Crónicas de la situación vivida por las comunidades, Persecución Religiosa. Argentina, junio de 1955.

[13] Encíclica de Pío XI “Acerca del Fascismo y la Acción Católica” (1931).

[14] Archivo Central Salesiano (ACS), Caja 138. 3, Crónicas de la situación vivida por las comunidades, Persecución Religiosa. Argentina, junio de 1955.

[15] Archivo Diócesis La Pampa, caja 100, Nota del párroco Carlos Riedrich al Obispo de Mercedes Dr. Anunciado Serafini. Argentina, 21 de julio de 1955.

[16] Archivo Central Salesiano (ACS), Caja 138. 3, Crónicas de la situación vivida por las comunidades, Persecución Religiosa. Argentina, junio de 1955.

[17] Archivo Central Salesiano (ACS), Caja 138. 3, Crónicas de la situación vivida por las comunidades, Persecución Religiosa. Argentina, junio de 1955.

[18] Archivo Central Salesiano (ACS), Caja 138. 3, Crónicas de la situación vivida por las comunidades, Persecución Religiosa. Argentina, junio de 1955.

[19] Razón por la cual no se analiza en este trabajo.