“PARA UN MAESTRO NO DEBE HABER NADA MEJOR QUE OTRO MAESTRO”

El discurso de la revista sindical didáctica de la Unión de Docentes Argentinos

Jorge Levoratti

Universidad Nacional Arturo Jauretche

Florencio Varela, provincia de Buenos Aires, Argentina

 

 

PolHis, Revista Bibliográfica Del Programa Interuniversitario De Historia Política,

Año 13, N° 26, pp. 342-373

Enero- Junio de 2020

ISSN 1853-7723

 

Fecha de recepción: 13/07/ 2020- Fecha de aceptación: 26/10/2020

 

Resumen

En el marco de sanción de la ley de Asociaciones profesionales y la creación de la Confederación General de Profesionales, como parte del proceso político de formación de un Estado sindical impulsado por Perón hacia 1954, se creó la Unión de Docentes Argentinos (UDA). El sindicato, que procuraba representar a maestros y profesores de todas las escuelas de jurisdicción nacional existentes en la Capital Federal y las provincias, se reivindicó peronista, pero marcó una disrupción respecto a la condición laboral desde la que históricamente las agremiaciones precedentes habían considerado a la docencia, encuadrándola como una actividad profesional. UDA, constituida desde el centro hacia la periferia, tuvo en su revista sindical pedagógico- didáctica (UDA) el principal dispositivo para la campaña de organización y afiliación y difusión de acción gremial. Desde los diversos géneros discursivos que constituyeron su enunciado, UDA interpeló a los docentes con el propósito de modelar su subjetividad en la triple condición de profesionales, peronistas sindicalizados. El propósito de este artículo es identificar el ethos del enunciador y la matriz discursiva resultante de la articulación de sus distintos géneros en pos de conciliar y armonizar las condiciones de profesión, sindicalismo y peronismo.

 

Palabras Clave

Revista – Discurso – Peronismo - Sindicalismo - Profesión

“FOR A TEACHER THERE SHOULD BE NOTHING BETTER THAN ANOTHER TEACHER”

The speech of the didactic union magazine of the Unión de Docentes Argentinos

Abstract

Within the framework of the sanction of the Professional Associations Law and the creation of the Confederación General de Profesionales, as part of the political process of formation of a union state promoted by Perón around 1954, the Unión de Docentes Argentinos (UDA) was created. The union, which sought to represent teachers from all the schools of national jurisdiction existing in the Federal Capital and the provinces, claimed to be a Peronist, but it marked a disruption regarding the labor condition from which historically the previous unions had considered the teaching, framing it as a professional activity. UDA, constituted from the center to the periphery, had in its trade union pedagogical-didactic magazine (UDA) the main device for the organization and affiliation and dissemination campaign of union action. From the various discursive genres that made up his statement, UDA questioned teachers with the purpose of modeling their subjectivity in the triple condition of professionals, unionized Peronists. The purpose of this article is to identify the ethos of the enunciator and the discursive matrix resulting from the articulation of their different genres in order to reconcile and harmonize the conditions of profession, unionism and Peronism.

 

 

Keywords

Magazine - Discourse - Peronism - Unionism – Profession

 

“PARA UN MAESTRO NO DEBE HABER NADA MEJOR QUE OTRO MAESTRO”

El discurso de la revista sindical didáctica de la Unión de Docentes Argentinos

 

En la materialización de la identidad peronista, las publicaciones gráficas periódicas fueron los principales artefactos comunicacionales articuladores de los vínculos entre el liderazgo de Juan Perón y Eva Perón, los cuadros militantes y la masa de creyentes. A comienzos de la década del cincuenta una miríada de revistas partidarias, la mayoría de ellas del circuito comercial, se ocupaba del tratamiento y difusión de las actividades realizadas en los más diversos ámbitos sociales. En consecuencia, el mundo de los destinatarios fue amplio y diverso: hombres y mujeres, adultos e infantes fueron los lectores escogidos por las prolíferas empresas editoriales. Las revistas adquirieron en el peronismo el carácter que asumen los rituales en la creación y sellado de un continente social, a veces como comunidad, otras veces como fratria o hermandad, y permiten que la corporación así formada inscriba el espacio con la marca de su existencia (Segato, 2007, p. 318) operando como objetos rituales en la consolidación de la comunidad política.

Indudablemente, la proliferación de revistas peronistas, vis a vis en disputa con las publicaciones tradicionales del ámbito comercial generó la configuración de un campo agonal de luchas simbólicas por la producción de sentido, la imposición de principios de clasificación del mundo, la definición de la identidad social, la percepción legítima y la valoración social de los atributos y prácticas de un grupo. La finalidad de esas luchas, sostiene Prud’homme (1988) está centrada en la apropiación del poder simbólico, del ejercicio de la dominación simbólica para actuar sobre la percepción del mundo que tenían los distintos agentes.

 El propósito de este artículo es responder a la pregunta analítica de cómo la revista pedagógica-didáctica-sindical titulada Revista de la Unión de Docentes Argentinos (UDA) construyó su discurso político, desde la pretensión de encuadrar sindicalmente a la docencia nacional de nivel primario, secundario y técnico, en la condición de profesionales de la educación, en el contexto de implementación del proyecto de comunidad organizada que Perón, junto con otras acciones, dinamizó hacia fines de 1953 a través de la creación de la Confederación General de Profesionales (CGP).[1] La sindicalización docente se inscribía en un proceso que le precedía desde comienzos de siglo, pero que en los años cincuenta profundizó sus reclamos de condiciones laborales legalmente institucionalizadas. Producto de esas luchas, derrocado el peronismo, durante la dictadura de la “Revolución Libertadora” el poder ejecutivo y las intervenciones federales debieron sancionar, en 1958, un nuevo Estatuto del Docente con vigencia en la nación y las provincias.

Si bien en la publicación de estudios críticos sobre revistas culturales se han incluido algunas de las editadas durante el período peronista -como las incorporadas en la compilación de Noemi Girbal-Blacha y Diana Quatrocchi-Woisson (1999)-; o, más específicamente en la empresa que, desafiando cierto régimen de verdad dominante durante años acerca de las limitaciones del peronismo clásico para generar producciones culturales acometieron Claudio Panella y Guillermo Korn, compilando en los cuatro volúmenes de Ideas y debates para la Nueva Argentina ¬publicados entre 2010 y 2019¬ cincuenta revistas publicadas entre 1946 y 1955 como también en la compilación de Da Orden y Melón Pirro (2007), las revistas didácticas peronistas prácticamente no fueron motivo de investigación historiográfica.

El análisis de las publicaciones peronistas en obras especializadas en revistas didácticas es también escueto. Silvia Finocchio (2009 p. 117) realiza una presentación muy breve de la Revista de la Agremiación del Docente Argentino (ADA) en la que menciona su adscripción a la Confederación General del Trabajo, su filiación peronista, sus secciones didácticas y su compromiso con las reivindicaciones gremiales, cuestión que la autora asocia con las posteriores luchas docentes de fines de los años cincuenta. Por el contrario, los libros de lectura escolar del período tuvieron un amplio tratamiento desde los diversos campos de los estudios culturales, educativos y políticos (Plotkin, 2007; Corbière, 1999; Cucuza, 2012; Gambini, 1999). Por lo general se ha privilegiado esta vía de entrada, perspectiva discutible, para la caracterización de la cultura escolar del período.

La revista de la Unión de Docentes Argentinos   

Entre junio de 1951 y septiembre de 1953 se publicaron 27 números de la revista didáctica ADA, órgano oficial de la Agremiación del Docente Argentino. En tanto, desde enero de 1954 hasta el mes de agosto de 1955, fueron publicados 19 números de la Revista de la Unión de Docentes Argentinos (UDA) perteneciente a la federación Unión Docentes Argentinos (UDA). Mientras que de la primera revista solo se han localizado en las hemerotecas algunos ejemplares discontinuos, la colección de la UDA se encuentra completa, y, en consecuencia, es el objeto de estudio de esta investigación.

En su materialidad la revista UDA, cuya dimensión era de 19,5 cm. por 27,5 cm., presentaba como componentes permanentes sus tapas y contratapas impresas a diversos colores, al igual que los dorsos de ambas, mientras su interior estaba impreso solo en color negro. En las dos páginas centrales, siempre referidas a un acontecimiento de actualidad, predominaban las imágenes fotográficas. Las páginas interiores, impresas a dos columnas, con márgenes inferiores y superiores de 1 cm. oscilaban en cantidad, entre las 112 del número de octubre de 1954 y las 64 páginas del mes siguiente; también fue irregular la incorporación de fotografías en el cuerpo interior de las revistas. Tanto la presencia de imágenes a color en las tapas como la de textos verbales e icónicos en sus páginas mostraban la afinidad con el estilo de las múltiples publicaciones peronistas de la época y, a la vez, la diferenciaban de las tradicionales austeras revistas didácticas. Según informaba UDA la tirada de ejemplares era de 20.000. La venta se realizaba por suscripción anual ¬igual que la revista didáctica La Obra¬ por un valor de 36 pesos moneda nacional los 12 números, valor que se mantuvo en los dos años de publicación. De similar extensión a La Obra ¬alrededor de 90 páginas como promedio ¬competía con ésta en un mismo rango de precios; no obstante, su tapa en colores la hacía más atractiva. La morosidad de los suscriptores a las revistas didácticas se evidenciaba en los reclamos que éstas hacían llegar a los lectores. La Obra en julio y agosto de 1953 requería a sus lectores interpelándolos como “estimado suscriptor” el pago pendiente de la suscripción del año en curso. En relación con otros materiales didácticos, el valor de la suscripción de UDA era accesible, considerando que el cuadernillo correspondiente al desarrollo completo de los programas de educación primaria, editados por la empresa L.E.T.R.A.S. rondaba los sesenta pesos para cada grado.[2]

Dirigida por Atilio Jofré ¬delegado de UDA por la rama primaria de educación de San Luis¬ La revista UDA fue inscripta con el Nº 45.819 en el Registro de Propiedad Intelectual. Su dirección y administración se situaban en Callao nº 19 de la Capital Federal. Si bien la composición de su estructura en todos sus números fue irregular, fueron permanentes el editorial y las secciones de información general, notas pedagógicas, artículos literarios, noticiero institucional, servicio médico-asistencial, bolsa de permutas y una voluminosa sección didáctica.

Considerando el contexto gremial en el que se inscribió la conformación de UDA, se sostiene la hipótesis de que la revista interpeló a sus lectores con el fin de coadyuvar a la configuración de una subjetividad en condición laboral de profesionales de la educación[3], a través de enunciados verbales e icónicos asociados a una discursividad deliberadamente alejada de la vigente en los ámbitos del gremialismo obrero, utilizando un lenguaje “culto”, enmarcado en la cultura pedagógico-didáctica de la época y la adscripción política al peronismo

El desguace de la Agremiación de Docentes Agremiados (ADA) y la creación de la Unión de Docentes Argentinos (UDA)

Incuestionablemente el surgimiento de UDA se produjo en un contexto de intrigas, recelos e internas sindicales. Desde 1951, la Agremiación de Docentes Argentinos (ADA) representaba a los docentes de la jurisdicción nacional, habiendo fichado 63.042 docentes en noviembre de 1952 y, dos años más tarde, revalidado Rafael Oroná su condición de secretario general con 45.030 votos[4]; en julio de 1953, con la renuncia de todos los miembros de la comisión directiva[5], súbitamente entró en crisis. El 30 de junio la CGT, por resolución nº 45, dispuso la intervención de ADA y designó una Delegación Reorganizadora que debía reestructurar la carta orgánica y llamar a elecciones generales de representantes. Los reorganizadores de la CGT, el 1° de julio, pusieron en disponibilidad a todos los representantes y delegados de ADA de todo el país.[6] La CGT hacía un esfuerzo por contener en su interior la representación sindical de maestros y profesores de la jurisdicción nacional. De inmediato el director/fundador de la revista ADA, publicación oficial de ADA, Domingo Rafael Iananuoni fue desplazado de su cargo.

Dos notas incluidas en la revista ADA del mes de agosto tituladas “Dirigentes sindicales capaces y honestos” y “Los hombres de Perón”, clamaban por conformar grandes sindicatos con dirigentes capacitados y firme orientación peronista, dispuestos a emprender la acción que el líder les marcara.[7] En la interpretación de la CGT la crisis de ADA aparecía asociada a una crisis política.

Sin embargo, la reacción cegetista resultaría infructuosa. En el acto docente realizado el 14 de agosto 1953 en el Luna Park convocado para homenajear a Perón, la docente Sánchez de Dinardo expresó: “los maestros tomaban diariamente para cumplir su misión el ejemplo de Eva Perón” y tenían una profunda identificación con los ideales del creador “del Justicialismo y conductor insigne de la Nueva Argentina”.[8] La Unión de Docentes Argentinos señalaba meses después, en el primer número de su publicación oficial a éste acto y a la alocución de la Sánchez de Dinardo, como el inicio del proceso de su creación.[9]

En su discurso, Perón realizó referencias precisas respecto a la organización sindical docente, señalando la presencia esencial de la unidad doctrinaria, condición que estimaba presente por la capacitación del personal docente. La tarea pendiente era la organización y tener una “auténtica representación”, que al momento no tenían. Esa organización era necesaria para ser incorporada al quehacer del Estado como organismo consultivo. Perón habló de organización, no de reorganización:

yo hago este llamado para que se inicie en todo el magisterio argentino un movimiento para esa organización y yo les prometo que los recibiré encantado…y querría también reclamar el honor de ser el primer afiliado de ese sindicato, cuando ustedes lo constituyan.[10]

La suerte de ADA estaba echada. La agremiación, en sus dos años de existencia, no había logrado a juicio de Perón representar al magisterio argentino.

Los delegados se reunieron el 11 de noviembre 1953 en el Luna Park, la asamblea fue presidida por Perón y reunió a 8.500 representantes. Junto a Perón estuvieron el ministro de Educación Armando Méndez San Martín, el vicepresidente Alberto Teisaire, el presidente de la Cámara de Diputados Antonio Benítez y autoridades partidarias; pero no estuvo presente ningún dirigente de la CGT. Los asambleístas definieron la integración de las tres ramas en una sola entidad y debatieron el nombre a adoptar, resultando por 52 votos elegido el de UDA[11] y la consiga “PARA UN MAESTRO NO DEBE HABER NADA MEJOR QUE OTRO MAESTRO”; así la rama primaria hacía valer su preponderancia. La UDA nacía con todo el apoyo oficial y la firme decisión de adherir a la CGT. Días después Perón recibía a los delegados y les expresaba:

la marcha de nuestra organización va hacia el Estado sindicalista, porque nosotros no vemos otra forma de organización: esta es la única organización permanente … [12]

 A comienzos de enero de 1954 la comisión redactora del reglamento de UDA tomó por directiva de Méndez San Martín la posesión del edificio de Callao nº 19 –ex local central de ADA por lo que la intervención de la CGT concluía. La afiliación fue voluntaria, y en febrero de 1955 el balance de UDA informaba la existencia de 7.000 afiliaciones.[13]

Como se advierte, la fundación de UDA estuvo muy lejos de ser una continuidad, o el resultado de una aparente decisión de los directivos de ADA de convertirse en una nueva agremiación, como sugiere Julián Gindín (2011, p. 120) o un simple “reemplazo” de organizaciones alineadas con el mismo sector político (Gutiérrez, 2015, p. 37) sin advertir la relevancia de su adhesión a la CGP respecto a la identidad como categoría laboral docente.  La creación de UDA fue el desenlace de un proceso conflictivo, cruzado de tensiones entre la CGT, el ministro de Educación y Perón, en el marco más amplio de la conformación de la CGP (Levoratti, 2018, p.228). La UDA tuvo una exigua existencia: el gobierno surgido del golpe de estado de 1955 disolvió por decreto del 27 de abril de 1956 la CGT y dispuso la caducidad de las autoridades de las asociaciones adheridas a ella que hubieran sido elegidas con anterioridad a septiembre de 1955 (Adamovsky, 2006).

Sin duda, el componente común que ambas agremiaciones tuvieron fue de haberse configurado a partir de una misma dinámica organizativa, en la modalidad de penetración territorial desde el centro a la periferia, tal como describe Ángelo Panebianco (1990) en la organización de ciertos partidos políticos o como Carolina Barry (2009) señala para el Partido Peronista Femenino. Respecto a la sugerencia de Gindín (2011, p.121) de que los actores de dicha acción hayan sido los inspectores de enseñanza, la misma carece de evidencia empírica. La argumentación sostenida en que el Estatuto del Docente bonaerense de 1951 ¬Ley Nº 5.061¬ no contemplaba el acceso a los cargos de inspección por la vía del concurso resulta improcedente por dos causales: por un lado, porque a los cargos de Inspectores Técnicos de Enseñanza sí se accedía por la vía del concurso, según artículos nº 28 y nº 29; por otro lado, porque la designación de los inspectores de la jurisdicción nacional no se regía por esa norma. Por su parte Castillo (2012), en su trabajo sobre la situación de la docencia en Jujuy, considera a partir de testimonios docentes que la política del peronismo no reconoció a los organismos gremiales tradicionales y creó otros subordinados a la lógica estatal como la UDA. Para Victoria Murillo (2001, p. 37) el sindicalismo docente latinoamericano y el Estado han tenido una estrecha relación, considerando que éste, además de ser su principal empleador es quien fija las condiciones de empleo y enseñanza. La doble relación ha favorecido la politización de los sindicatos docentes y su focalización en la presión sobre el Estado.

Las disquisiciones respecto al proceso de fundación de la UDA y a sus características institucionales, responden al imperio de esclarecer el ethos desde el cual se constituyó como enunciador de la revista UDA y a partir del cual interpeló a sus enunciatarios.

Tomando en cuenta las consideraciones efectuadas por María Isabel Filinich (1998 pp. 34-35) según las cuales el amplio campo del concepto de discurso da lugar a diversas perspectivas teóricas: la pragmática, que relaciona el discurso como situación empírica de comunicación; la cultural que vincula el discurso a estrategias y reglas que organizan las posibilidades enunciativas determinadas por el contexto histórico y social (Foucault, 1970) y, la teoría de la enunciación según la cual el discurso designa el proceso global de puesta en funcionamiento de la lengua, en tanto son sus componentes la enunciación y el enunciado, este artículo se inscribe en esta última perspectiva teórica.

Así como la novela en su totalidad es un enunciado complejo (Bajtin, 1999, p. 250), compuesto por una diversidad de géneros discursivos simples o primarios unos, secundarios o complejos otros y por tanto una composición cultural diversa, la revista también lo es, teniendo en cuenta sus múltiples géneros discursivos, correspondientes a distintas esferas sociales. En la revista UDA esa diversidad estaba constituida por portadas, editoriales, notas de actualidad política partidaria, noticiero gremial, bolsa de permutas, publicidad y una voluminosa sección didáctica. Tal como señala Mijaíl Bajtin, los géneros discursivos se caracterizan por estar constituidos y organizados por tres componentes: el tema, la estructura y el estilo, aspectos que serán desplegados en este artículo. La diversidad de géneros guarda correspondencia con la auto-representación, el ethos discursivo que la UDA construye de sí misma como enunciador a interpelar a los lectores de UDA con el fin de incidir sobre su subjetividad, con la aspiración de modelarlos, en esa triple condición de peronistas, profesionales y sindicalizados.

Consideraremos el análisis de los textos verbales e icónicos como un intercambio que solo puede ser pensado en términos de un “yo” que toma la palabra para dirigirse a un “tu” tal como lo propone Ruth Amossy (2010) siguiendo a Emile Benveniste (1990), quien afirma que el discurso es toda enunciación en la que se supone que el locutor se dirige al auditor con la intención de influenciarlo de alguna manera. Por tanto, la enunciación configura un cuadro dialogal en la que una figura es fuente y, la otra, fin. Por ello, el análisis de la presentación de sí, en el ámbito del discurso, debe comenzar por el análisis de las personas gramaticales.

Comenzando por las tapas

Es incuestionable la relevancia de las tapas de una revista, como enunciado a través del cual el enunciador convoca a su destinatario-lector. Las tapas de UDA mantuvieron una estructura regular, un estilo simple y una temática diversa en sus 19 números. Las portadas, siempre impresas en colores en tono pastel, sin títulos, tenían una ilustración o una fotografía central, enmarcada por dos frisos de 5 cm de ancho, en la parte superior e inferior, y en este último el único texto verbal: Revista de la UNION DOCENTES ARGENTINOS, con letras de unos 4 cm, resaltando en color blanco y mayor dimensión las primeras de cada término: en una lectura fugaz con claridad se identificaba la pertenencia institucional. Debajo consignaban la adhesión a la CGP, el mes y año, y el año y número de la publicación. El texto icónico oficiaba como anticipación del contenido para destinatarios familiarizados con su decodificación. Este estilo simple, convocante solo desde la imagen, abarcaba el amplio universo lector, que incluía desde maestros primarios rurales a profesores de secundaria de las grandes ciudades.

Donde se encuentran variaciones en este género discursivo de UDA es en las temáticas. A partir de los rasgos centrales de las imágenes se categorizaron cuatro tipos: partidarias; las que aluden a Perón, Eva Perón o actos políticos; educativas, referidas a escenas escolares; religiosas, vinculadas a celebraciones del culto católico; y patrióticas, asociadas al culto a los próceres y la nacionalidad.

Tapas de revistas UDA mayo y noviembre de 1954

 

 

Cuadro Nº 1 – Tipología de las tapas de UDA. Cantidad y porcentaje

Temáticas en las portadas de UDA

 

Partidarias

Educativas

Religiosas

Patrióticas

Cantidad

4

5

2

8

Porcentaje

23,5

29,4

11,7

47

Fuente: Elaboración propia en base a las portadas de la Revista UDA

 

Si se define el carácter de la revista a partir de sus tapas, con predominio de aquellas educativas y patrióticas, es evidente la identificación con el nacionalismo escolar, que desde fines del siglo XIX prevaleció como cultura institucional de la educación primaria. Incluso, dos de las tapas que se clasificaron como partidarias refieren a la primera asamblea de UDA y a la firma del Estatuto del Docente. Esta orientación ideológica era compartida con la que observaba, aunque con otro estilo, la revista La Obra en sus portadas. En consecuencia, el lector deseado como público por UDA era el magisterio y el profesorado.

 

Los editoriales: Entre apóstoles, sindicalismo profesional y nacionalismo escolar

Así como las tapas reflejaban los núcleos temáticos, en lenguaje icónico, los editoriales lo hacían en lenguaje verbal. A través de sus títulos es posible una primera aproximación a las temáticas desde y con las cuales interpelaban a sus lectores.

Como en todas las publicaciones periodísticas, los editoriales de UDA constituían el género discursivo central en cuanto a sus fines expresos. Ubicadas en la página nº 3, los mismos presentaron una estructura regular, consistente en una extensión de media carilla, encabezada por un título en letras de molde de mayor tamaño y regularmente conformado por dos o tres párrafos, no muy extensos. Por lo general, los dos primeros estaban escritos en tercera persona, circunstancia que otorgaba a los mismos un carácter asertivo de incuestionable autoridad, para concluir con un tercer párrafo redactado la mayoría de las veces en un nosotros inclusivo de dirigentes sindicales y docentes en general.

Acorde con presentar un ethos afiliado a la formación cultural de los sectores escolarizados en los niveles superiores del sistema educativo, propio de quienes portaban credenciales profesionales, predominó en los editoriales de UDA un estilo elaborado, “culto”, con uso asiduo de un lenguaje barroco, recurrente en alegorías y metáforas, en la mayoría de los casos estereotipado en las publicaciones educativas y en los discursos oficiales que circulaban en la Argentina de mediados de siglo. Utilizando frases como “Ese maestro el que hoy se dispone a reanudar la siembra, y lo hace con énfasis optimista y placentero, no tanto por las bonanzas del presente sino por las que vislumbra …Vale decir, que el contenido de su ánfora se halla exento de acíbares, sin agravios, sin decepciones, sin congoja”.[14] El enunciador se vale del carácter persuasivo del lenguaje elevado, en consonancia con la preceptiva aristotélica acerca de la retórica.

Luego de un prolongado invierno en que la gran familia de educadores se halló, por un juego de intereses extraño a sus ideales desplazada a la zaga del movimiento sindical argentino, y con posterioridad a un fallido intento de aglutinación que no captó la aspiración de esa enorme masa de preteridos, inicia una etapa diferente de su vida institucional con todo el auspicio que entraña el amplio y general apoyo de las altas autoridades de la Nación en este momento de su proceso organizativo.[15]

En su afán de consolidar la eficacia del discurso procura emocionar a sus lectores mediante el recurso retórico del denominado efecto pathémico aristotélico, refiriéndose a la experiencia sindical anterior como “El drama del desgarro (que) entraña tan solo un capítulo olvidado de dolorosa experiencia”. Se procuraba moldear la subjetividad de los enunciatarios como una identidad propia de un colectivo culto, capaz de comprender el lenguaje elevado y, por tanto, perteneciente a la categoría de “profesional”. El lenguaje “culto” de los editoriales se vio reforzado por los artículos sobre literatura, folklore y pedagogía incluidos en otras secciones de la revista.

Sin duda, la atracción a los docentes y la posibilidad de modelarlos como lectores de la prensa sindical en condición de profesionales y de peronistas, estuvo en juego en el modo que fueron interpelados a lo largo de los diecinueve editoriales. Ambas condiciones eran problemáticas; ni como profesionales ni como adherentes al peronismo se habían visto con anterioridad representados o auto-representados los docentes. La revista apeló al artilugio de asociar esas condiciones a la tradicional e incuestionada de “apóstol”.

El enunciador ¬identificado como J.AN¬[16] construía una argumentación eslabonando la condición de los docentes, propia de un “apostolado”, con la adhesión a la “nacionalidad”, cuya expresión política era el peronismo y la pertenencia a la categoría laboral de profesionales. Con el título “Nueva Vida” autoconstruía su ethos apelando, en la escena de enunciación, al uso de dos términos de fuerte resonancia valorativa positiva universal: lo “nuevo” y la “vida”. Como refiere Bajtin (1999, p. 278) la aureola de la palabra depende del contexto del enunciado, pues siempre existen enunciados que gozan de prestigio. La “Nueva vida” se ligaba al lema peronista “La Nueva Argentina”. De toda vinculación de enunciados, como señala Bajtin (1999, p. 258) resulta producción de sentido en el “tu” constituyente del destinatario. El eslabonamiento finalizaba con un párrafo que definía la subjetividad de los docentes como profesionales, condición extraña y ajena al “grito”, en alusión indirecta a los gremios obreros y a la CGT. La modalidad enunciativa asertiva (Amossy, 2019) marca la imposición del sujeto del “yo” sobre el “tu” del enunciatario.

La sobriedad de vida, la dignidad de una profesión que debe ser espejo de virtudes, hacían discordante el grito y pueril la obsecuencia. Esta misma postura fue el factor determinante de su soledad en ese ayer proceloso.

El editorial siguiente afirmaba desde un nosotros inclusivo: “Nosotros, como fieles profesantes del justicialismo hemos de bregar….en razón del apostolado que le competa misionar en el seno de la comunidad”.[17]  Cuestionando el padrinazgo político de los accesos a cargos de inspector de educación, denunciaba el ascenso “muñequeado”, hecho que relega al “maestro idealista, consciente de su propia valía, suerte de misionero y apóstol para quien la ética, la integridad y la decencia son indisolubles de su vocación de educador”.[18] Acorde con asociar la profesión educativa con la sacerdotal proponía un noviciado de dos años para el desempeño del cargo de inspector. Pocos meses después, celebrando la sanción del Estatuto del Docente afirmaba “Ya tenemos el medio que nos significa el cumplimiento, dentro de la sociedad, de una misión que es apostolado”.[19] Tras la reunión de la Asamblea de delegados el editorial subrayaba “Con suprema sinceridad y con la pureza de intenciones y procederes, que definen su apostolado el docente argentino, ha retomado los rumbos eternos de su destino”.[20] Además, al inicio del ciclo lectivo de 1955 proclamaba “En este despertar multitudinaria juega un papel capital el educador, que se apresta a cumplir su consigna con la misma fe y abnegación de su irrenunciable evangelio”.[21] La reivindicación del docente como apóstol fue reiterativa, aunque no estaba asociada al altruismo o la acción desinteresada; por el contrario, cimentaba la argumentación para el reclamo de reconocimiento de mejores condiciones laborales y salariales. El uso del término necesariamente debe ser entendido desde la perspectiva analítica que considere la indexicalidad del lenguaje (Garfinkel, 2006). Tal como señala Cotillo Pereira (s.f.) “… los enunciados responden al uso que los hablantes y escritores hacen de los recursos de que disponen para construir una visión apropiada de la realidad. Según Rosana Guber (2014, pp. 21-22) como propiedad del lenguaje la indexicalidad supone que la interpretación de lo dicho debe hacerse en relación a la situación de interacción, y la reflexividad, que aquello que dicen y hacen las partes para manejar la situación es igual a los procedimientos para conocer esas situaciones.

El uso de los recursos lingüísticos está en estrecha vinculación con el contexto respecto al que se considera conveniente. La utilización del término “apóstol” jerarquizaba la función docente y la fortalecía, en el marco del Estado sindical que Perón promovía en el camino hacia la comunidad organizada.

Así como apóstol, el docente también era un profesional de Estado como enunciatario de UDA. En sus inicios la dirección informaba que “el propósito de la nueva revista era que cada edición lleve todo el material necesario para el docente como profesional y como miembro de la familia argentina”[22]; en tanto el primer sentido de la acción sindical era la “consideración y estudio de las diversas cuestiones de orden profesional de carácter perentorio”.[23] La diferenciación respecto a los sindicatos obreros era taxativa:

Las entidades obreras, que son poseedoras de una conciencia que “dimana de siglos, donde la reivindicación como clase desposeída ha constituido el postulado rector de sus luchas y movimientos sociales.

El educador argentino, bien es cierto, no puede ostentar en ese sentido una tradición tan acendrada…pero en cambio acredita la mística del diario renunciamiento….Lo que en otro fuera instinto aquí fuera conciencia y voluntad.[24]

Tras la reunión de la primera asamblea de la UDA, la dirección afirmaba que “uno de los factores que más gravita para el desarrollo de la solidaridad social en la defensa de los intereses profesionales[25] y, en referencia a la elección de autoridades sentenciaba “El 26 de noviembre de 1954 pasará a ser realmente una fecha histórica en el sindicalismo profesional argentino”.[26] Comentando el cierre del año escolar subrayaba “Podemos afirmar así, a priori, sin detenernos mucho en un examen exhaustivo de los hechos, que para los profesionales de la enseñanza ha sido fructífero 1954 …. El docente como profesional se siente amparado además por otro instrumento legal que, como el Estatuto Docente, es la nueva ley de asociaciones profesionales de septiembre de este año”.[27] Acerca del desarrollo de la asamblea nacional de UDA el editorial aseveraba “En el calor de los debates los representantes de la docencia argentina ponen de manifiesto el verdadero sentido del gremialismo planteando cuestiones de orden profesional y problemas que exigen una solución perentoria[28], y celebrado la “Orientación gremial justicialista impuesta al movimiento” confirmaba “Contamos con el franco y cordial apoyo de las altas autoridades nacionales que han visto y apreciado en la nuestra, una asociación profesional lícita, honorable y calificada”.[29]

Sin duda, la cuestión central por novedosa y disruptiva era la categorización de los docentes como profesionales. Las agremiaciones de las décadas anteriores apelaron a la condición de “maestros” y la ADA, a la de trabajadores. Para Sarfatti Larson (1990) la profesionalización conduce a la traducción de un orden de recursos escasos -pericias generadas en procesos de formación y exámenes estandarizados en el sistema formal educativo- en otro de privilegios laborales, estatus social y rango burocrático, concluyendo “profesión es la denominación que damos a un conjunto de formas históricas concretas que establecen vínculos estructurales entre niveles de educación formal relativamente altos y posiciones y/o recompensas en la división social del trabajo relativamente deseables. Desde esta perspectiva teórica, la categoría en la cual UDA procuraba encuadrar sindicalmente a los docentes marcaba afinidades con la jerarquía social que detentaban médicos, abogados e ingenieros, la denominada “clase media” que, a decir de Eduardo Vuletich, desde la CGT, había copado las grandes revoluciones de la historia haciéndolas fracasar, por lo cual era beneficioso su apartamiento del movimiento obrero.[30]

A mediados del siglo XX el funcionalismo consideraba a los profesionales como la novedad del siglo, enunciando nuevos principios teóricos para pensarlos. Los profesionales no eran capitalistas ni trabajadores, tan solo burócratas que desde sus competencias actuaban como armonizadores de la vida social, en conjunción o reemplazo del Estado. Profesionales que como expertos podían suturar las heridas productos del conflicto social. Las nociones de “clase media no capitalista” o “trabajadores de cuello blanco” comenzaron a encuadrarlos.

Invariablemente los temas de los editoriales estuvieron focalizados en cuestiones de información gremial -asambleas, elecciones, asunción de autoridades- y de promoción y difusión del Estatuto Docente Argentino -aprobado por decreto 16.535 del 14 de septiembre de 1954- y la ley de Asociaciones Profesionales. La denuncia sobre la intromisión de la política en los ascensos a Inspector enfatizaba la reivindicación de la profesionalidad.[31] Recién en 1955, cuando la oposición política era frontal comenzaron a introducirse cuestiones de política nacional. En abril UDA daba cuenta del Congreso de la Productividad y el Bienestar Social, y de la doctrina nacional que lo inspiraba.

Al docente le ha de corresponder jugar un papel importantísimo en la difusión de sus conclusiones, por la función rectora que desempeña frente a la juventud y la posición que ocupa en el medio que actúa. Como siempre, el educador ha de poner todo su fervor para apoyar las realizaciones de Gobierno Justicialista de la Nueva Argentina.[32]

Puede conjeturarse cierta prescindencia de UDA respecto a la cuestión de la enseñanza religiosa. Si bien en octubre de 1954 publicó la nota “Didáctica para la enseñanza de la religión”[33], basada en el libro del presbítero Uribe y en la revista católica Didascalia, en la sección didáctica la orientación religiosa estuvo prácticamente ausente. En diciembre UDA publicó el decreto de Perón que suprimía el carácter promocional de la materia Religión y Moral, sin ningún comentario, y recién en mayo de 1955 se expidió sobre la cuestión:

 Con respecto a las relaciones de la Iglesia con el Estado, entiende que en la escuela argentina debe, en un aspecto tan fundamental como es la formación espiritual de la juventud, respetar las conciencias y desarrollar sus actividades en un clima de tolerancia e igualdad de tratamiento.[34]

En el mismo número reafirmaba la vocación de UDA de consolidar el camino de las conquistas sindicales, sin otro objetivo que defender y engrandecer su organización “para hacerla más sólida en bien del pueblo y de la Patria”.

Entre los meses de junio y agosto, cargados de violencia política -bombardeo de Plaza de Mayo, incendio de templos, conspiraciones- UDA limitó su sesgo partidario peronista, a la vez que proponía como mejor homenaje a la memoria de “nuestros próceres darle una ofrenda de paz y conciliación de la familia argentina”, en tanto desplegaba el discurso panegírico del nacionalismo escolar, con loas a Sarmiento, Belgrano y San Martín. Y en consonancia con la ilustración de las portadas afirmaba

La enseña y su valeroso inventor se confunden hoy en una sola gloria que se quiere fervorosamente perpetuar. La una es el símbolo perenne de la Nación Argentina, el otro es para nosotros el arquetipo del patriota perfecto. Ante ambos la nacionalidad se inclina con reverencia y amor.[35]

En conclusión los editoriales, desde una estructura simple, de tres párrafos de escritura asertiva, un estilo “culto”, con recurrencia al valor didáctico de la metáfora y al recurso patémico de emocionar al lector, el enunciador presentó un ethos discursivo semantizando la palabra “apóstol” en línea con la pretendida profesionalidad docente, en una acción disruptiva del gremialismo docente, tematizando cuestiones de orden gremial con logros salariales, en el marco del proyecto político del Estado sindical de Perón, desde el tradicional discurso del nacionalismo escolar.

 

Los contenidos

Con el título “Contiene” UDA presentaba indistintamente un cuerpo de notas junto al noticiero gremial y la sección didáctica. Considerando que el conjunto de notas constituía un género discursivo particular, del enunciado con el que interpelaba a sus lectores, se ha procurado construir analíticamente su matriz discursiva.

Invariablemente, las dos o tres notas inmediatas al editorial estaban destinadas a exhibir y difundir la filiación peronista de UDA: fotografías de Perón y Eva Perón, poemas laudatorios a Perón y Eva, discursos de Perón y actos oficiales y concentraciones peronistas.

Alrededor de unas diez notas constituían el núcleo de esta sección; ellas expresaban tanto las preocupaciones profesionales como las definiciones ideológicas. Solo la nota The aim of my life (La razón de mi vida) de Eva Perón, traducción y adaptación de David Furman, con ejercicios en la modalidad de cuestionarios estuvo en todos los números. En tanto, las restantes pueden agruparse temáticamente como pedagógico-didácticas, históricas y filosófico-literarias. Las primeras trataban problemas de enseñanza, inadaptación escolar, didácticas especiales y psicología educacional; en general, reconocían al niño como sujeto activo y central en el proceso educativo. Se destacan varias notas de Oscar E. Sarrulle, dirigente de UDA, tituladas “La reforma educativa”, “El problema del lenguaje humano”, “La misión pedagógica moral de la Escuela”, “La afectividad en la tarea del MAESTRO”; y también la nota “Actualidad de la sociología del niño y del grupo familiar” del pedagogo Ricardo Nassif (1924-1984) de posterior destacada actuación en el campo del pensamiento pedagógico nacional como profesor en la Universidad Nacional de La Plata, experto de la UNESCO y miembro de la Academia Nacional de Educación.

En tanto, las notas históricas presentaban las disputas de la época entre académicos y revisionistas que también atravesaban al oficialismo. Por un lado, el historiador sanjuanino Julián A. Vilardi (autor de “San Martín y el paso de los Andes por seis rutas” y “Maypo”) exaltaba las proezas militares, mientras que José Luis Cosmelli –autor de varios libros de educación secundaria sobre las instituciones y la cultura argentina-, era el responsable de la redacción de notas tituladas “El Himno Nacional” y “Güemes no ha muerto”. A su vez, el escritor Luis F. Villarroel escribía sobre la revolución de Mayo y la Independencia política y económica, y el historiador Rosauro Pérez de Aubone era el autor de “Belgrano el Arquetipo” y de obras sobre Sarmiento, Belgrano y San Martín, al tiempo que la educadora e historiadora sanjuanina Carmen Peñaloza de Varese era la responsable de “Homenaje a Sarmiento” y “Organización factor esencial de la formación y desarrollo de un pueblo”. Todos ellos eran autores que, con matices, adherían a vindicar los próceres del panteón liberal. Por otro lado, el historiador puntano Víctor Saa cuestionaba ese paradigma historiográfico, desde la perspectiva del revisionismo histórico argentino, en su nota “Sentido con que se debe impartir la enseñanza de la historia antigua a los jóvenes argentinos”.[36] A mediados de 1954, las tensiones historiográficas desaparecieron ya que no se publicaron notas “revisionistas”. UDA se alineó a la posición de Perón ante la cuestión histórica y al paradigma historiográfico en el que se habían formado maestros y profesores en las escuelas normales, los institutos y las universidades.

El tercer núcleo, de notas filosófico-literarias, tuvo como autor principal al escritor, educador y periodista catamarqueño Carlos Villafuerte (1907-1989). Villafuerte, quien fuera maestro, inspector de educación, inspector general y vocal del Consejo Nacional de Educación y autor de varios libros sobre el folklore del noroeste, publicó en UDA “El hecho folklórico”, “Glosario regional norteño”, “Características del hecho folklórico”, “El Folklore con relación a las ciencias”, “Naturaleza y Folklore”, “El Hornero”, “La Chaya”, “Romanticismo y folklore”, “Folklore”, “El misachio”, “El maíz” y “La señalada”. La intensidad de esta presencia temática aludía a la gravitación que en la época tenía la cultura rural de la “sociedad tradicional” en el escenario nacional. El titiritero Guillermo Pérez Tamayo publicó “Por un teatro de títeres ideal en la escuela primaria”, Juan Ramón Luna varios cuentos y el especialista en lunfardo José A. Barcia una llamativa nota sobre “La obtención de energía eléctrica y el 2do. Plan Quinquenal”. El aporte de mayor relevancia intelectual lo realizó el filósofo Luis Farré (1902-1997). Farré participó en el Primer Congreso Nacional de Filosofía con el artículo “Persona humana y axiología” y publicó para esos años Cincuenta Años de filosofía argentina, prologado por Coriolano Alberini. En la nota “El espíritu del 2do Plan Quinquenal” afirmaba el carácter popular, humanista y cristiano del plan, y sostenía

En el nuevo Estado argentino, tal como se proyecta en el plan quinquenal el hombre no es un mero medio, sino un fin (…) Esta es nuestra gloria y ahí está la esencia del Justicialismo. El plan se ha pensado y estructurado con miras al hombre.[37]

La interpelación a los suscriptores, con escritos que requerían una formación en los niveles relativamente altos del sistema escolar, los legitimaba en situación de demandar un preferencial tratamiento social. Condiciones propias del desarrollo, según Safartti Larson (1990), de todo proceso de profesionalización.

 

Informando al suscriptor

Con el título “Nuestro Noticiero” UDA abrió un espacio anunciado para interactuar con sus lectores que quedó limitado solo a su voz. La convocatoria realizada en “colaboraciones y consultorio”[38] definía a UDA como un “órgano de docentes para los docentes” y requería colaboraciones. En el marco de la campaña de nuevos suscriptores la revista aspiraba recibir propuestas y sugestiones de docentes de todo el país, comprometiendo su remuneración[39], aportes que nunca se concretaron. En consecuencia, el espacio resultó un emisor discursivo unidireccional, desde la comisión directiva a las delegaciones regionales, en correspondencia con el modelo organizacional de UDA. A un año de edición la dirección afirmaba: “Uno de los aspectos de la consolidación definitiva de la entidad, lo constituye indudablemente nuestra revista, verdadero y único vínculo permanente entre la central y la gran masa de afiliados.[40] El “nuestro” aludía a un “nosotros exclusivo” de la comisión. La sección presentaba una estructura muy atomizada con variedad de contenidos temáticos. Del noticiero partían instrucciones gremiales y se difundía información sobre gestiones ante el Ministerio de Educación, actividades de la comisión directiva, asambleas, servicios médicos sociales, reuniones culturales y excursiones. Siempre redactado en tercera persona, con lenguaje neutro, sin adjetivaciones ni figuras retóricas, presentaba un sesgo de objetividad incuestionable. A diferencia de la sección de notas políticas, en las que predominó el texto icónico, solo para demostrar la masividad de algunos actos de UDA, la sección presentó imágenes que ponían en evidencia el predominio de hombres en comisiones directivas y reuniones gremiales.

Finalizaba el noticiero con la página “bolsa de permutas”, único espacio que fue ocupado por la palabra de los docentes, conformado por una veintena de solicitudes de permuta, ordenadas en cuatro columnas, en su gran mayoría presentadas por maestras, solicitando permutas desde el interior del país hacia la capital federal o entre zonas de la misma.

 

Las “sugestiones didácticas”

Por su extensión, esta sección fue el núcleo de UDA. Abarcó desde Jardín de Infantes hasta enseñanza técnica con propuestas, siempre firmadas, estructuradas en “unidades de trabajo” y “motivos de trabajo” tal como la revista La Obra, hegemónica en el mercado de revistas didácticas.

La propuesta de Hilda Oliden para Jardín de Infantes recomendaba el inicio de clases con un diálogo conversacional, seguido de actividades de educación estética -rondas infantiles y manualidades- la memorización de alguna oración religiosa (solo en 1954) y ejercitación sensorial con ejercicios de aplicación. La educación patriótica era intensa, focalizada en los símbolos patrios y los próceres: Sarmiento, Belgrano y San Martín. Como únicas actividades vinculadas a la “inculcación doctrinaria” se registran la marcha del Segundo Plan Quinquenal y, en el aniversario de la muerte de Evita, el coloreado de su retrato.[41]

Cuatro fueron las responsables de la sección de primer grado inferior. Solo la primera a cargo de Celmira Ravagnan tuvo una fuerte impronta religiosa. “¡Buenos días señorita! ¡Buenos días nos da Dios! Que mi escuela es muy bonita ¡Por la gracia del Señor!”[42], era el primer ejercicio de memorización de los niños. Marta Sanguinetti, en los cuatro números siguientes, mantuvo el sesgo religioso e incorporó la formación patriótica. María Teresa Mayochi, en los siguientes cuatro números -ya sin contenido religioso- enfatizó la formación en el aprendizaje de las pautas de alimentación e higiene e incorporó actividades vinculadas a los derechos del trabajador y al 17 de octubre. Ana María Bourguet diseñó las propuestas didácticas de 1955 tematizadas en la casa, la familia, la escuela, el barrio, la patria y sus próceres: Sarmiento y San Martín. Amalia Bruzone, escritora de los libros de lectura Estrellita (1942) y Ronda de amor (1953) considerado como “libro peronista”, diagramó todas las unidades de trabajo de primer grado superior, focalizadas en la escuela, el barrio, la patria y los próceres, y solo presentó un motivo de trabajo “partidario” en septiembre de 1954, referido al 17 de octubre. Eugenio D. Sargenti fue el autor de las propuestas para el segundo grado centradas en temas de vivienda, salud, ahorro y mayoritariamente patrióticos: semana de mayo, independencia, San Martín y símbolos patrios. Al igual que Bruzone, incluyó en la UDA nº 8 una unidad de trabajo relacionada al 17 de octubre.

Invariablemente, las propuestas estaban organizadas en “unidades de trabajo” y “motivos de trabajo” consistentes en lecturas, comentarios, dictados, recitados y memorización de información, cuestión que daba a la educación un sesgo enciclopedista, no obstante el discurso oficial condenatorio. La prohibición de contenidos religiosos y políticos en las prácticas educativas, establecida durante las primeras décadas del siglo, parece pesar más allá de la incorporación de la enseñanza religiosa en 1943 y de la politización promovida a partir de 1952. Las propuestas de UDA para los primeros años de escolarización, de un gremio docente peronista, lejos del “Amo a Evita y Evita me ama” que muchas versiones historiográficas subrayan como paradigmáticas para el período, seguían afiliadas al nacionalismo escolar de comienzos de siglo remiso a incorporar cuestiones religiosas y políticas.[43]

A partir de 3er. grado se intensificó el tratamiento de temas históricos y geográficos. Elsa Cozzani de Gillone, autora del libro Mensaje de luz (1953) elaboró la propuesta de 4to. grado. La historia nacional se presentó ensamblada con la acción civilizadora de la conquista española, la revolución de mayo y las guerras de independencia como el nacimiento de la patria y San Martín como el prócer nacional. La versión se alineaba con la historia oficial escolar. La sección de educación secundaria sobre “cultura ciudadana” orientada por el revisionismo histórico, solo se publicó hasta julio de 1954. En el tratamiento de las unidades de trabajo se incluyeron referencias colaterales al Segundo Plan Quinquenal, los derechos de los trabajadores y al turismo social. Los temas “doctrinarios” peronistas no fueron nunca unidades didácticas. La independencia de 1816 y la organización nacional fueron emparentadas con la independencia económica de 1947 y la recuperación nacional a partir del 17 de octubre. Predominó una historia política y militar, lineal, enciclopédica y cronológica. Los autores insertaban fragmentos de textos de Manuel Gálvez, Lucas Ayarragaray, Octavio Amadeo, Juan B Terán y Carlos Ibarguren como referencias de autoridad. El cuestionamiento al rol tradicional de la mujer se incluyó en 6to. grado. No obstante, la obligatoriedad de la enseñanza religiosa -al menos hasta fines de 1954- no estuvo presente en ninguna de las unidades de trabajo para los años superiores de la primaria.

Paradójicamente, el alto carácter prescriptivo de las “sugestiones” de UDA colisionaba con la autonomía de acción, propia de quienes detentan credenciales profesionales, al limitar la labor docente a la ejecución de acciones diseñada por “otros” expertos. Desde hacía décadas, la práctica docente era modelada por las revistas didácticas y supervisada por la inspección.

 

Publicidades y consumos

Con una combinación de suscripciones y publicidades UDA financiaba su edición. La producción de publicidad fue contratada con la empresa “LATINO PUBLICITARIA” con una comisión del 35 % y 50 % por avisos en Capital Federal e interior respectivamente. Destinada a un colectivo lector mayormente femenino, las publicidades se concentraron en artículos de belleza facial que interpelaban desde la distinción y la exclusividad y en joyas, pieles y artículos del hogar -cocinas, heladeras, lavarropas y televisores- ofrecidos a diez o doce mensualidades mediante “créditos liberales”. Según UDA, el estatuto del docente había llevado el sueldo básico del maestro a mil pesos,[44] mientras que una heladera costaba diez mil pesos, por lo que solo el crédito la hacía accesible. La publicidad estaba en consonancia con el ascenso de la venta en cuotas de bienes duraderos que en la Capital Federal pasó del 17% en 1950 al 33% en 1955 (Belini, 2009, p. 138). Otros consumos promocionados fueron el turismo nacional a Córdoba, Mendoza y Bariloche, con estadías semanales a un costo aproximado de mil pesos y un “crucero cultural a Europa y Medio Oriente”, organizado por la empresa “Turismo Trio”, de 91 días de duración a un costo de $ 25.000 m/n, similar a las excursiones que para la misma época promocionaba la revista católica Criterio. Las publicidades interpelaban a los destinatarios como personas “cultas”, atributo propio de la condición de profesional.

 

Contratapa revista UDA - Publicidad páginas interiores mayo 1954

 

Conclusión

 

La revista UDA, como enunciado complejo, articuló diversos géneros discusivos en procura de modelar la subjetividad de sus lectores en una categoría laboral disruptiva respecto a la que consideraron las experiencias sindicales tradicionales del magisterio y la más reciente de la ADA. El enunciador, desde su situación de nativo, desplegó un ethos discursivo intricado enlazando su pertenencia docente en condición laboral de profesión, con la acción sindical y la identidad política peronista. Mientras que en las notas de actualidad subrayó el componente doctrinario, en la sección cultural y pedagógica instaló con un lenguaje “culto” temáticas que requerían para su comprensión destrezas y conocimientos adquiridos en los niveles superiores del sistema educativo, condición necesaria del proceso de profesionalización en su demanda de jerarquización social y económica. Las portadas -a través de sus textos icónicos- y la sección didáctica de corte tradicional, recuperaban y reforzaban la histórica imagen del magisterio en el marco del nacionalismo escolar. Desde los editoriales, UDA priorizó el ensamble de los intereses profesionales con la acción sindical por sobre las definiciones políticas. En las publicidades UDA, si bien se focalizó en la promoción de productos de consumo femenino, incorporó propuestas de turismo internacional, acordes con las pautas recreativas de la ascendiente clase media en sus tiempos de ocio.

 

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[1] Las tensiones alrededor de la adhesión a la CGT o la CGP, atravesaban la problemática de la identidad de la docencia como trabajadores o como profesionales, cuestión que no solo se desarrolló en el ámbito nacional. Gutiérrez (2015, pp. 122 a 125) consigna el conflicto para los mismos años al interior de la Unión de Educadores de la provincia de Córdoba (UPEC).

[2] La Obra, Nº 515, 1 de agosto de 1953.

[3] Con referencia a las categorías profesionales e intelectuales de Estado, en consideración para el caso argentino un exhaustivo e interesante análisis y estado del arte presenta el artículo de Rodríguez y Soprano “De los profesionales liberales y los intelectuales contra el Estado, al estudio de los profesionales e intelectuales de Estado” (Rodríguez y Soprano, 2018).

[4] Revista ADA. Año 2 Nº 19, enero de 1953, pp. 11-14.

[5] La Prensa, 1 de julio de 1953.

[6] Revista ADA, octubre de 1953, p. 26.

[7] Revista ADA, Año III-Nº 26, agosto de 1953, p. 2.

[8] La Nación, 15 de agosto de 1953. La Prensa, 15 de agosto de 1953.

[9] Revista de la Unión Docentes Argentinos. Año 1º Nº 1, febrero de 1954.

[10] Revista ADA. Año III-Nº 27, septiembre de 1953, p. 6.

[11] Revista de la U.D.A. Año 1, Nº 1, p. 23

[12] El Día, 26 de noviembre de 1953.

[13] UDA. Año II Nº 13, febrero de 1955.

[14] UDA. Año II Nº 14, marzo de 1955.

[15] UDA. Año I Nº 1,febrero de 1954.

[16] UDA. Año I Nº 1, febrero de 1954.

[17] UDA. Año I Nº 2, marzo de 1954.

[18] UDA. Año I Nº 5, junio de 1954.

[19] UDA. Año I Nº 8, septiembre de 1954.

[20] UDA. Año I Nº 10, noviembre de 1954.

[21] UDA. Año II Nº 14, marzo de 1955.

[22] UDA. Año I Nº 2, marzo de 1954.

[23] UDA. Año I Nº 3, abril de 1954.

[24] UDA. Año I Nº 4, mayo de 1954.

[25] UDA. Año I Nº 9, octubre de 1954.

[26] UDA. Año I Nº 10, noviembre de 1954.

[27] UDA. Año I Nº 11, diciembre de 1954.

[28] UDA. Año II Nº 12, enero de 1955.

[29] UDA. Año II Nº 13, febrero de 1955.

[30] El Día, 1 de diciembre de 1953. Las referencias a la clase media realizadas por Vuletich contenían cierta ambigüedad, en una parte de sus declaraciones manifestaba que la clase media como tal no tenía existencia.

[31] UDA. Año I Nº 5, junio de 1954.

[32] UDA. Año II Nº 15, abril de 1955.

[33] UDA. Año I Nº 9, octubre de 1954.

[34] UDA. Año II Nº 16, mayo de 1955.

[35] UDA. Año II Nº 17, junio de 1955.

[36] UDA. Año I Nº 7, agosto de 1954.

[37] UDA. Año I Nº 6, julio de 1954.

[38] UDA. Año I Nº 2, marzo de 1954.

[39] UDA. Año I Nº 6, julio de 1954.

[40] UDA. Año II Nº 13, febrero de 1955.

[41] UDA. Año I Nº 5, junio de 1954.

 

 

[43] Tanto Silvina Gvirtz (1999), que detalla las prácticas áulicas y el trabajo en los cuadernos escolares consignando distintas estrategias docentes, como Mara Petitti (2017, p. 176) en su análisis de los libros escolares, relativizan el impacto del proceso de “inculcación” doctrinaria peronista.

[44] UDA, Año I Nº 8, septiembre de 1954.